lunes, 22 de enero de 2024

Un gol y su asistencia



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Cuando España no daba más de sí, y no quedaba ya en el país nada que vender, surgió Rubiales, ese emprendedor, y se puso a exportar fútbol a Arabia, que era casi como venderles a los árabes arena. Por ahí había un emprendedor madrileño que exportaba tinto de verano a los rusos, pero la exportación del fútbol nacional tiene más mérito. Fútbol en cómodos paquetes de derbis y clásicos. El feminismo federativo haría el resto. Y ahí están todos los años Real Madrid y Barcelona, dispuestos a hacer el canelo jugando al clásico a cambio de seis millones de euros, y el Atlético, tan dispuesto como los otros dos a hacer el canelo para jugar al derbi, aunque por unos pocos euros menos.


En lo mejor de la temporada, cuando arranca el tiempo de competir en serio, la Federación se lleva a los mejores equipos del país a destrozarse física y mentalmente en una guerra futbolera por un título que no merece ni vitrina: la Supercopa de España. De regreso del desierto, a Real Madrid y Atlético los espera el derbi de la Copa del Rey, mientras el Barcelona (la suerte es para el que se la trabaja) irá a estirar las piernas a Salamanca con el Unionistas, que da para un chiste político de Summers, si quedara humor. ¡Unionistas contra separatistas! Y el desgaste, para los del derbi, que ya nos dejaron en Arabia el partido más cómico que se recuerda en muchos años, con un gol de cine cómico, el de Brahim con asistencia de Nacho, “el que siempre cumple”. ¿Asistió Nacho queriendo o fue un balonazo al bulto? ¿Puede llamarse bulto al menudo Brahim, tapado además por un gigantón Oblak? ¿Y lo de Joselu? ¿Fue gol por tocar el balón con la napia o se quedó en vicegol a medias con Savic? ¡Savic y Nacho en las repeticiones! (En la noche de Franz Beckembauer, el defensa imperial fue su paisano Rudiger).


A la gente le entusiasmó el partido y el secreto fueron los porteros, que permitieron estirar el chicle de los goles. Kepa y Oblak. Kepa es un personaje extraño. Inglaterra pagó por él un Potosí y en la isla se hizo famoso porque se negó a abandonar el campo cuando Sarri, su entrenador, ordenó su sustitución. Vino a Madrid a una empresa imposible: reemplazar a Courtois. En su vida privada cría pajaritos, actividad noble donde las haya: Cuadri, el excelso ganadero de bravo, confiesa obtener más satisfacción de su cría de canarios quede su cría de toros. Pero en el pasto Kepa ha encontrado en Morata (¡en Morata!) la horma de su zapato: le arruinó el derbi liguero en Madrid y le arruinó el derbi supercopero en Arabia con un gol que recordó al de Casillas en la final de Champions en Lisboa. Kepa sale por pajaritos. Nunca pensé que lo diríamos, pero lo dijimos: “¿Y Lunin? ¿Pero dónde está Lunin?”


El otro portero del “show” fue Oblak, que tiene aspecto de vendedor de Biblias. Paró muchas cosas, pero cometió la imprudencia de acudir a rematar un córner sin contar con un despeje de Nacho que fue la asistencia del año, aprovechada por Brahim, hecho un Correcaminos, en desigual carrera con el portero, que corría como Pistorius. Jugada chaplinesca, que inundó de alegría el corazón de los árabes, infantiles como cualquier pueblo con dinero. No faltó a su cita con la amargura la proverbial merma hispánica, que pilló a Rodrygo Goes haciendo diversión con la jugada. “¿Se está burlando Rodrygo de Oblak?” Esa duda, nada cartesiana, sacudió las redes sociales para echar sal a los “frames” de la risa.


En directo, los comentaristas de guardia aprovecharon el posible pitorreo para cantarnos otra vez “Las Leandras”, que para esta gente son Modric y Kroos. Cuando vino Modric, ellos decían que era mejor De las Cuevas. Y cuando vino Kroos, ellos decían que era un desecho de Pep (para los que no están en la pomada, Pep es Guardiola). Ahora, cuando Maldini toma la carraca Modric-Kroos, la imaginación te lleva a ver a Modric zarzueleando “El Pichi” y a Kroos zarzueleando “Los nardos”, que es un chotis, bailín de bailar en una baldosa, como juega el alemán. En el grupo de la selecta crítica han metido al ex árbitro Mateu, que al juez del Caso Negreira declaró, según se ha sabido, que “Negreira era el coronel de Cantalejo”, que sigue designando árbitros a discreción, ocupación que lo llevó a Australia a ver en directo la final del Mundial femenino, que sería el Waterloo de Rubiales, aquel emprendedor de la Supercopa de Arabia (exportación de derbis y clásicos) de quien ya nadie quiere acordarse.


Por cierto, que esta misma selecta crítica, cuya elegancia recuerda un poco a la de los hermanos Hernández en Barbastro, es la que no deja pasar ocasión de tirar de las orejas al imperial Aureliano (dicen que el medio centro bueno es Oriol Romeu). Como cita de autoridad tienen al papá de Bojan, ex ojeador culé, que desaconsejó en su día con un informe el fichaje de Aureliano por el Barcelona. Todo esto mientras los medios te venden la Supercopa árabe como la síntesis definitiva de Champions y Superliga.




Summers


BOOMER DE ORO

Ahora que las generaciones andan a mamporros por contraste entre las cuantías de las pensiones y de los salarios, Gareth Bale, el “boomer” de oro, es noticia por lo  bien que con sus ahorros se lo ha montado en América para vivir retirado. La prensa, su enemigo, lo sigue vendiendo como si fuera un autista,  pero me parece el jugador más inteligente que dio el fútbol después de Cruyff y Beckembauer, y tan elegante como ellos, dentro y fuera del campo. Vistió 258 veces la camiseta del Real Madrid, que imprime carácter.