sábado, 27 de enero de 2024

Triste funeral sevillista


El Nazareno de Morón de la Frontera

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo
              
     Iba a poner ayer algo sobre los cuartos de la Copa del Rey, pero cuando me senté poco antes del mediodía ante el ordenador no dejaba de venirme la imagen de Santa Cruz de Mudela y el banco de niebla que originó el terrible accidente en el que murió esa familia sevillista de Morón de la Frontera. La afición por el fútbol, tu equipo, puede ser acusada de irracional, desmedida, incomprensible.., pero servidor cree que las horas que un aficionado -hablo de aficionados, no de turistas o esa gente que tiene antojo de fútbol un día ó la que se apunta porque el equipo de la ciudad ha ascendido o ha ganado al Real Madrid y van los "titos" y hasta la Rafalita porque viene el domingo "el Bilbao"-  sufre ó goza e incluso se aburre en las gradas de un estadio temporada tras temporada, es tiempo que se aparta cada semana como una obligación que no ha de ser transgredida salvo causa de mayor necesidad. Viajar a ver a los tuyos con autobuses organizados es bautismo de fidelidad hacia unos colores, pero ir "por lo privado" a 500, 1.000 ó los kilómetros que haga falta es matrimonio balompédico en el que no cabe divorcio ni "separtación" y ante el que sólo procede el reconocimiento y el respeto. Acompaño en el sentimiento con toda mi alma a esa familia moronera.


      Hace ahora justo 10 años, en ese mismo punto criminal y en las mismas condiciones de intensas nieblas, pasé un miedo tan horroroso que al llegar al Aprisco del Puerto Lápice me senté temblando a fumar dos puritos. Hace 10 años aún fumaba y aún no había VAR. Al final del Atlético-Sevilla deseé de todo corazón que Antonio y sus dos hijos se hubieran disgustado en el Metropolitano y en el transcurro de los 500 kilómetros hasta casa, despotricaran como lo hace servidor, contra el VAR y sus inventores. En directo, lo de Barrios es penalti. Lo sabe Barrios, Simeone, usted, y yo... y el señor Gil Manzano. No lo sabe el señor Hernández Hernández, al que le gusta más la cámara lenta que la alfalfa a un solípedo y digo solípedo en vez de un asno porque así le gusta hablar a don Hernández a los árbitros principales. En parla condicionante de catedrático como si los catedráticos no pudieran decir sandeces. La cámara lenta es mentirosa. Si un mosco se choca en su mejilla y lo graba una de esas cámaras parecerá que Foreman le ha aplastado la cara y tal impresión es mentira manifiesta.


      Los inefables Iturraldes hablan de error manifiesto para la entrada del VAR y presumen de que ha de predominar la apreciación del árbitro principal salvo... "error manifiesto". Error manifiesto es el que comete el VAR jugada tras jugada salvo ¡claro está! que usted sea aficionado televisero de sofá y le parezca bien todo lo que digan los locutores que cobran los dineros de los inventores del VAR y sus socios.
 
      El VAR se la lió al Gerona en Mallorca pero Míchel no quiso meterse en honduras y aceptó con educación esos errores manifiestos con coartada con los que tortura el VAR. La Real ha fichado a Bécker, un veloz Aquiles, que en su presentación en Balaídos se pegó una de esas carreras formidables que invitan a ver los partidos donostiarras para admirar al atleta. Y por último el Athletic-Barça. El sistema defensivo culé es penoso. Penosísimo. Levantar tanto portillo es tarea imprescindible del entrenador Xavi Hernández. Señalar las heridas ajenas sin "coscarse" de las propias no sólo es perder la perspectiva, es señal inequívoca de debilidad.