Hayek
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
A la Onu, esa timba internacional de amigos de lo ajeno, le parece dabuten (en su jerga) que Garzón escuchara las conversaciones de los abogados con sus clientes, y el Foro de Davos, ese casinillo provinciano del chino Vinipú, nombra “jóvenes líderes mundiales” a Guaidó, el canario flauta que Bolton, “tonto como una roca”, le vendió a Trump, y a Casado, el hombre de Palencia que pide respeto para “la identidad de Galicia”. Para mandar, los garañones, tipo Maduro y Sánchez, y para oponerse, los mocitos felices, tipo Guaidó y Casado.
A Casado el Foro le premia el trabajo sucio de preparar el terreno para una ley de pandemias en virtud de la cual cualquier cacique que oiga toses en su cacicazgo podrá arrestar a toda la población ciscándose en la Constitución, con lo que estaríamos ante una “ley habilitante” como la del cabo austriaco (“una ley estatal”, dice él), y no es el primer disparate de ese estilo que nos vende Casado, que ya pidió una ley que regalara al partido ganador “cincuenta diputados de Estado” para “garantizar la estabilidad”, y que no es otra cosa que la ley Acerbo de Mussolini. Si Abascal exigiera públicamente la ley del embudo fascista de Mussolini y una “ley habilitante” de Weimar con el cuento de las pandemias, los ejércitos de eso que los politólogos llaman, ellos sabrán por qué, “democracias liberales” estarían acantonándose en la frontera.
Casado acude a las entrevistas con citas de Von Mises y Hayek, misales del liberalio profesional, que aportan confusión a nuestra inexistente cultura democrática. Hayek cree (y con Hayek, por error, Casado) que la democracia engendra libertad, pero la democracia sólo es una forma de gobierno, y no son los gobiernos, de arriba abajo, los que engendran libertad, sino la libertad, de abajo arriba, la que puede engendrar gobiernos. La libertad constituyente no sale de la Constitución; es la Constitución la que sale de la libertad constituyente. Que en España no se entienda nada de esto es otra historia.
[Martes, 31 de Agosto]