lunes, 13 de septiembre de 2021

España de cuclillas


 Cuando ganábamos a los suecos

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El piperío se acostó con Mbappé (Kylian, para los que están en la pomada), un delantero que juega como Faustino Asprilla, y se levantó con Camavinga, un centrocampista de brega que Hughes pidió hace dos años para insuflar vida a la ristra Modric-Casemiro-Kroos.
    

Señores, aquí no pasa nada sino que el país, que se durmió monárquico, se despertó republicano –dijo famosamente a los periodistas, en funesta ocurrencia, un bobo solemne, el almirante Aznar, presidente del Gobierno dimisionario, la tarde del 12 de abril del 31, cuando salía de Palacio, y añadió que él se había pasado la jornada electoral matando el rato en la lectura de una novela policíaca. “¿Qué podía esperarse ya en defensa del régimen, cuando el propio jefe de su Gobierno concedía al resultado electoral una significación que aún no se habían atrevido a darle ni los más optimistas republicanos?”
    

Al conocerse la declaración sinsorga (hoy diríamos “mariana”), el Comité revolucionario lanzó un manifiesto en el que pedía la implantación de la República, y para tocar los pitones de las masas se organizaron tres manifestaciones: la primera, para ir a la plaza de Oriente; la segunda, que iba a agasajar a don Niceto, el Botas; y la tercera, dirigida al domicilio del general Mola, director de Seguridad, para exigir su dimisión.
    

El piperío está feliz con Camavinga, otro éxito de Sánchez, el productor de contenidos del Madrid (“somos productores de contenidos”, dijo un día a Ancelotti), como lo estuvo el españolejo con la República de Miguelín Maura y del cuñado de Rivas Cherif. La única pega es que Camavinga es un futbolista francés del Congo portugués, y tampoco cuenta para la lista de Luis Enrique (Lucho, para los que están en la pomada), ayuna de nombres del Real Madrid, el club más importante de la historia del fútbol, lo cual encaja con esa pose característica de Luis Enrique de cuclillas (¡el toque Bielsa!), que es postura taleguera, la que ponen los presos para descansar en el patio. ¡España de cuclillas!
    

Con Luis Enrique de cuclillas, los españoles perdieron con los suecos, que menos mal que ya no está para verlo Alfredo Landa, en cuyas películas de calzoncillos blancos sucedía siempre lo contrario.
    

Las cuclillas suelen asociarse vulgarmente a posturas de necesidad corporal. “Para usar el retrete, encerrada la persona con el cerrojo pasado, colocados los pies sobre las zapatas y puesta de cuclillas, procurará hacer sus necesidades dentro de las cazoletas, en las que también depositará los papeles u otros objetos blandos empleados para servilletas”, se lee en las Instrucciones para las nuevas letrinas del Regimiento de Pontoneros de 1911. Y el Librillo Verde de Jomeini publicado en Nueva York en 1980 prescribía: “En el momento de evacuar, uno no debe ponerse de cuclillas frente al sol o la luna, a menos que tenga cubiertos los genitales”…
    

Éstas son las dos imágenes que te vienen de Luis Enrique de cuclillas en la banda cuando pierde, pero cuando gana sus flabelíferos en seguida tiran de la imagen de Nuestro Señor en el Templo, discutiendo con quienes quieren acercársele. Los maestros de la ley escrita (¡unos chinches!) le llevan a una adúltera y, poniéndola en medio, le preguntan qué castigo merece. Entonces Jesús, en vez de contestar, se pone de cuclillas y se entretiene escribiendo (o dibujando) con el dedo algo en el suelo. Como ellos insisten una y otra vez, Jesús levanta la cabeza y, sin erguirse, les dice: “Aquél de vosotros que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” y volvió a bajar la cabeza y a dibujar sobre el suelo. Poco después la alzó de nuevo y vio a la mujer, que seguía en medio. “Si ellos no te han condenado, tampoco yo”.
    

Jesús, como Lucho, mirando a los presentes desde abajo, en contrapicado de Orson Welles. ¿Qué escribió Jesús? Nadie lo sabe. ¿Qué piensa Lucho? ¡Como para saberlo nadie! Tampoco el periodismo deportivo te cuenta mucho. “¡Mucho Lucho, mucho Lucho, eh, eh!” Y de ahí no lo sacas. El solomillo de la información lo reserva para los negacionistas de “la Coviz”, que son las nuevas brujas de Salem. Mejor así. Las dos noticias del verano (Joao Félix al Barcelona y Mbappé al Madrid) eran falsas.



Almirante Aznar
 

EL QUILOMBO DEL KUN


    Por la Barcelona de Ada como por la Academia de Platón no se puede circular ayuno de geometría. “O yo estoy mal o las calles están mal, y yo creo que las calles están mal”, es la queja del Kun Agüero, recién llegado a la ciudad, donde “manejar” se le hace un quilombo. No es ninguna tontería. Agüero viene de muchos años en Manchester, donde derecha es izquierda, e izquierda, derecha. Y con Guardiola, con toda la chapa hegeliana que el Gandhi de Sampedor le echa al tiquitaca del Sabio de Hortaleza. Si no quiere que lo llamen quesero, Koeman deberá aprovechar las circunstancias: Agüero, que se mueve en tierra de nadie, ¿es zurdo o es diestro? Y Pedri ¿es bueno o es malo? Estas esquizofrenias de un hombre mareado como el Kun puede darle al equipo, si no la Liga, mucha vistosidad.

[Lunes, 6 de Septiembre]