sábado, 10 de agosto de 2019

El folclore perverso




Hughes
Abc

El odio a España se va convirtiendo en folclore en algunas partes del país. Así sucede en ciertos pueblos de Navarra. En Echarri-Aranaz han transformado el día de los quintos en un pimpampum contra las instituciones españolas y un pasacalles contra la Guardia Civil. «Dignidad y Justicia» solicitó que se impidiera y la AN lo denegó. ¿Se puede prohibir que una reunión de mozos lance huevos a un retrato? Alguien pediría después que se revisaran los disparos al muñeco de Puigdemont en Coripe, y tantas otras fiestas. El problema es otro. El problema es que este es el menor de los problemas.

El «tiro al facha» no era simbólico hasta antes de ayer y conocemos lo que viven y han vivido allí los Ulayar, los familiares del exalcalde asesinado. El asesinato se reproduce simbólicamente en cada acto de exaltación etarra y en cada recuerdo boicoteado. Sin embargo, el partido que estructura políticamente esa actitud (Bildu) está en las instituciones y es normalizado día a día. Navarra ya es, como Baleares, lugar decisivo.

Las víctimas hacen un último papel de alarma moral. ¡Que al menos haya decoro! Y ante esto algunos se indignan de vez en cuando y reclaman con aspavientos al juez que prohíba y aplique a todo la legislación antiterrorista, pero ¿y los que decidieron legalizarlo mientras estas cosas sucedían? ¿Por qué las actas de ETA y Zapatero no han provocado un debate nacional? ¿Por qué cundió la sensación de continuismo cuando gobernó Rajoy?

En San Sebastián, unos vándalos pintaron las placas en memoria de las víctimas. El Ayuntamiento las limpió rápidamente y es de suponer que esta acción-reacción se repetirá. ¿Qué ocurriría si el Gobierno, tomando ejemplo, se propusiera cumplir la ley y destinara los medios y hombres necesarios para que en cada pequeño pueblo ondeara la bandera nacional? Una locura, dirán, ¡se ha insolado ese facha! Pero sería un comienzo. Si el Estado no está (y la nación menos) no va a aparecer, precisamente, el día en que los mozos del pueblo están piripis.