Robin Riverita de los Bosques
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La Contitución’78 es una novela río: once años le ha llevado a Ciudadanos llegar a la disposición general primera que ampara “los derechos históricos de los territorios forales”, y Rivera, que tenía a Licurgo por natural de Cebreros, ha montado un berrinche.
Para Santayana, que los trató en Manila, los vascos son un elemento original, pero esencial, de la raza española, aunque separados de Castilla se perderían como esos otros pueblos de lenguas extrañas que se ven empujados a invernar sin distinción ni gloria.
Dos procesos históricos, dice Albornoz, tiene España sin acabar, con el país vasco como punto de salida, uno, y el otro, como punto de llegada: la romanización de la Península, inconclusa a los veintidós siglos de iniciada, y la vasco-castellanización de Hispania, incompleta a los mil años de comenzada.
–Lo vasco sería la raíz cúbica de lo hispano; y lo portugués, lo andaluz y lo levantino, lo español elevado al cubo.
Los vascos, y sólo hay que ver napias (“ganchos”, decía Chillida), contribuyeron con sus hombres y su espíritu al nacimiento de Castilla, gozando de todas las ventajas de ser españoles, pero sin las cargas de los otros, que ya en el siglo XIV los Riveritas castellanos protestaban de que los vizcaínos no pagasen como ellos alcabalas y sisas. De su patriotismo español dan fe su rebelión cuando el Rey Cruel cedió a Inglaterra el país vasco y su oposición a que el Rey Impotente lo cediera a Francia, obligándole a jurar (¡hay que joderse, Aitor Esteban!) que nunca serían separados de Castilla.
–Vasconia es la abuela de España. La abuela gruñona que no se reconoce en su nieta y reniega de ella. “¡Jaungoikoa et Legizarra!” es un lema medieval. La abuela tozuda que quiere vivir como antaño, un particularismo de pura estirpe hispana.
Robin Rivera de los Bosques: déjate de postureos, sal del Estado que parasitas y échate a la calle a predicar “No taxation without representation”, que es lo que todos los españoles necesitan.