domingo, 27 de noviembre de 2016

Suna a las ocho



A las ocho de la mañana Suna era un ñiqueñaque de uñas pisando, ella sí, la dudosa luz del día. ¿Apuntarse al paseo inaugural de la amanecida o regresarse al calorcillo de las mantas? Uñas de oso perezoso deshojando la margarita de los fríos. Pero, con el primer sol, Suna saltaba al auto con música de Louisiana (Gypsy Runner!) y avanzábamos hacia las trincheras del frente donde los conejos apuraban su desayuno vigilando por debajo de las carrascas y por encima de los tomillos. Suna los espantaba como los camareros de un after mandan a la última clientela a sobar.