Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ya lo dice Íker Casillas en un anuncio: “La justicia está en la calle”.
Y no lo decimos por ese municipal de Olot, el pueblo del “fuet”, multando al coche de la guardia civil que registra el Ayuntamiento, como aquel municipal de Madrid que multó al “audi” de Mario Conde estacionado en la Audiencia cuando la guardia civil se llevaba al banquero a prisión. Luego, ese guardia de Olot, mezcla maravillosa de Cassen (Casto Sendra Barrufet) y el Plinio de García Pavón en Tomelloso, dirá que no es español.
Decimos que la justicia está en la calle por ese fiscal de Cataluña que sostiene en papel de barba que el partido de Pujol es “una piedra angular del sistema constitucional”.
–Mire, mire. ¡Qué casualidad! Yo no sabía que aquí hablaban del Tibidabo –dijo un catalán a Julio Camba en el Vaticano, y señalaba al friso de la cúpula: “Tu est Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et tibi dabo claves regni caelorum…” Etcétera
Quizás él no lo sepa, pero ese fiscal está poniendo la primera piedra de una explicación en la España oficial de nuestro curioso sistema constitucional (integración alemana de las masas en el Estado), expuesto en “El Estado de partidos” (1986) por Manuel García Pelayo, que barría para casa, que era el Psoe.
Visto desde fuera, el sistema constitucional del 78 siempre nos había parecido una losa sobre dos piedras angulares: el partido de Pujol, como lo afirma el fiscal, y el partido de González, el pétreo Gonzalón, ése que no ve que el lapidífico Pujol sea un “corruto”, sino un hombre en “una operación de cobertura hacia los que tiene debajo”.
Esto lo explica todo, incluido el sistema proporcional que hace grande a Pujol y que impuso González (“¡es alemán!”, decía Guerra, que hacía de Claudia Schiffer) contra el sistema mayoritario que Fraga había visto en Londres.
¿Y el partido de Fraga/Aznar?
En nuestro sistema constitucional, ése hace de convidado de piedra, que no es lo mismo que piedra angular.