miércoles, 21 de octubre de 2015

Efecto Pelusa



Hughes
Abc

Quizás el momento más triste del último año político fue el instante en el que Pablo Iglesias expuso ante Rivera su modelo de crecimiento. La relación entre subir las rentas mínimas de inserción y que crezca el PIB. ¿Cómo es que La Sexta no le dio en todo este tiempo una pizarra para explicarlo? Se sube el sueldo mínimo, la gente tiene más dinero y gasta y al haber más gasto las empresas producen más y ofrecen contratos fijos al salario que diga el gobierno.

Pues claro. He escuchado a fumetas dar explicaciones más consistentes. La economía para Iglesias es como encontrar una calle. Cuando estamos en otra ciudad y preguntamos a un vecino nos da veinte instrucciones que empiezan por «bajas a la izquierda y luego». Y luego nada, cogemos calle abajo y vamos improvisando. Pues Iglesias igual: espera crecer por encima del 3% bajando por la izquierda del salario mínimo.

¿Y alguien con estos argumentos ha hecho temblar la política española? Sentí una tremenda vergüenza personal y colectiva. No sentía nada igual desde lo de Remedios Amaya en Eurovisión, que mi madre me tapaba los ojos a mitad de votación para que no me quedara traumatizado. «No nos quieren, hijo, no nos quieren».

Pablo iglesias puso caras de Calimero. ¿De verdad va a intentar ganar unas elecciones dando pena? Se está convirtiendo en el Álex Ubago de la Nueva Política y parece que hasta le pesa la coleta, que la lleva como un remolque. Algo de él se rompió en la visita de Ana Rosa. No se puede desayunar con AR y luego hacer una revolución. Hay límites. Ana Rosa convierte en Máxim Huerta al subcomandante Marcos.

A su lado, Rivera parecía un canciller, un canciller guay encima. Le cabe el Estado en ese torso. Arremangado como todos, como si la política exigiera en cualquier momento meter la mano en una palangana, habló de flexiseguridad. Él es eso, el flexicentro. No se limita con la Patria ni con el Pueblo, es como el primer bisexual político. Aunque al final te quedas como ante Benzema: «No define, no define».

Una mujer me hizo caer en la cuenta: «Tú lo que tienes es pelusa. Los hombres extremáis el sentido critico ante alguien guapo, listo y con éxito». Pues sí, qué pasa.