Hughes
Abc
Cuando en otoño de 1943 llega a España este prestigioso economista alemán, el escenario de la política económica estaba dominado por ideas proteccionistas y por un mecanismo intervenido de industrialización.
En los jóvenes del Instituto de Estudios Políticos, críticos con este modelo, se valora por entonces la idea de traer a España una figura académica consolidada. Surge un nombre: Stackelberg. Se produce una feliz coincidencia, porque el economista deseaba salir de Alemania.
Heinrich Freiherr von Stackelberg nació en Moscú en 1905, hijo de una aristocrática familia prusiana. Su padre había viajado a Buenos Aires por negocios y en una recepción en la embajada conoció a una muchacha de la buena sociedad argentina. Se casaron. Fue la madre de Stackelberg la que le enseñó el español. Su familia tuvo que abandonar una fábrica en Moscú por la Revolución y el economista entró muy joven en las juventudes nacionalsocialistas. Era el ambiente de la orgullosa Alemania herida. En 1932 ingresa en el Partido Nazi, en 1933 en la SS. No obstante, fuentes alemanas hablan de «escaso entusiasmo participativo». En 1937, siendo profesor universitario, intercedió en favor de un doctorando judío. Stackelberg acudió al frente ruso. «Allí vio claro que la aventura rusa era el final, el desastre, que había que pedir la paz. Formó parte de los conjurados contra Hitler. Todos los papeles de esas reuniones se le entregaban a Espinosa de los Monteros. Los conjurados para matar a Hitler confiaban en que aquí serían bien tratados. Cuando llega la invitación a Stackelberg, que era el llamado a elaborar el programa económico tras la paz, les pareció perfecto. Debía llevarse a su familia para que no pudiera sufrir coacción alguna», cuenta (Juan) Velarde.
Su influencia en España fue excepcional. El apoyo académico para las posturas más liberalizadoras de la economía. Desde su primera lección, insistió en la libertad, en la importancia de formular las políticas desde planteamientos teóricos y en el modelo a seguir: Eucken, es decir, la economia social de mercado.
Porque Stackelber era nacionalsocialista, pero en economía rechazaba la planificación central, era neoclásico y partidario del mercado con los debidos ajustes. La economía social de mercado resolvía esta aparente contradicción. Stackelberg procuró el apoyo teórico para corregir en el futuro los excesos intervencionistas del nacionalismo franquista.
Su influencia en los jóvenes que después dirigirían la política del régimen sería fundamental. Velarde, alumno suyo, lo resume en una anécdota: «Un día le pregunté a Alberto Ullastres, impulsor del Plan de Estabilización del 59: ¿Cómo te atreviste? ‘‘Estaba todo en Stackelberg’’, me contestó».
El alemán dedicó esos años españoles a la vida académica, con alguna interrupción para realizar excursiones por el país. Trabó amistad con economistas como Perpiñá, que han dibujado algún rasgo suyo. Afable en el trato, al comer echaba a la sopa grandes trozos de pan. «Tiene que disculparme, no soy más que un campesino».
Evangélico de credo, Velarde recuerda cómo manifestaba su perplejidad por los pasillos de la Facultad un día de Santo Tomás de Aquino: «¡No me entiendo! Los evangélicos nos levantamos todos a la vez en la iglesia, aquí me quiero unificar pero es imposible: unos de pie, otros de rodillas, otros sentados, ¡qué caos tienen los católicos!». En sus clases tenía un alumno favorito, José Luis Sampedro. «Siempre empezaba igual: ¿Por dónde nos quedamos ayer, Sampedro?».
Murió de cáncer en 1946. Su mujer, la condesa Elisabeth von Kanitz, retornaría a Alemania con sus hijas. En contra de lo que se cree, Stackelberg no yace en el protestante cementerio Inglés de Madrid.
Está enterrado en el Civil, muy cerca de Pablo Iglesias.