Abc
Del “Pensamiento Alicia” (por el personaje de Carroll) con que Gustavo Bueno clavó a Zapatero y su generación, al “Pensamiento Twist” (por el personaje de Dickens) con que podemos clavar a la generación emergente.
En Madrid hay una abogada que quiere ser alcaldesa. Se llama Begoña, como la Virgen de la que era fanática la Pasionaria hasta que el novio la hizo de Stalin, y que quisiera ser Hillary, aunque lo que la impresiona es “la historia de Obama, porque su padre lo abandonó de niño y se lo tuvo que currar”… (¡ese Oliver Twist en las calles de Chicago!).
–Claro, con una abuela vicepresidenta del banco de Hawai... –le informa (chinche, chinche) la reportera.
–¡Eso no lo había leído!
Aparte “La Religión de la Humanidad” de Comte y la “bio” autorizada de Obama, ¿qué ha leído esta gente?
Pase la fascinación por las machadas de Hillary, que es nombre de señor (“le pusieron ‘Hillary’ sus padres por la decepción de que no fuera varón”, dice Robert Mitchum a Deborah Kerr en “The Grass is Greener”) y que en la Casa Blanca hacía dormir a su marido en el sofá con el puro de Mónica metido en la boca y el maletín nuclear atado a la muñeca.
Pero la fascinación por una imaginaria infancia dickensiana de Obama sólo puede venir de la literatura comtiana (de Auguste, no de Manolo), origen del buenismo terminal en que chapotean Begoña, que quiere ser alcaldesa, o Monedero, que quiere ser García Montero, y despidió a Galeano, el tipo que llamó “enemigos de la impotencia” a los chicos de Pablemos, con un tuit que parece, por lo florido, un gintónic de Pedro José Ramírez: “Se ha ido Galeano a hablar con voz de acantilado con Tupac y sor Inés, con Allende y con Cortázar, con el Che y el Arañero. Espejos y venas.”
“Las venas de América Latina”, libro que Chávez (en gesto que Pablemos ha reproducido en DVD con el Rey) regaló a Obama, que no sigue en Twitter a Cascante y no sabe que lo mejor que escribió Galeano fue su “mea culpa”… por “Las venas...”