Autónomo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al entrañable moro con alfombras lo ha sustituido en el bar el candidato emergente de Ciudadanos o Podemos, los dos partidos nuevos que salen en las encuestas empatados en expectativas con los dos partidos viejos.
Son los tetones jóvenes (el español, políticamente, es genéticamente un tetón del Estado), que vienen empujando, y ni siquiera trae cuenta meterse en Michels, Pareto o Mosca para entender el fenómeno.
Con la política ha pasado un poco como con el toreo, que al quitarle casta y cuernos al toro los espectadores se creen capacitados para hacer lo mismo que el torero figurín, llevárselo calentito pegando pases, y no les falta razón.
El torero figurín tiene la perra del destoreo, y el político emergente, la de lo social, que es una perra que viene de la Iglesia Católica de León XIII, pasa por la poesía (ir al vulgo sin vulgarizarse, llegar a la mayoría con estilo minoritario) de Celaya y Blas de Otero y desemboca en la “revolución pendiente” de los cuatro partidos ahora empatados en las encuestas porque ¿cómo distinguirlos?
En el bar siempre te entran igual:
–¿Autónomo? –preguntan, mientras te acercan el servilletero.
Y en lo que das las gracias por el servilletero se arrancan con las ofertas de cariño para autónomos, que es la consigna electoral de sus partidos.
Si para arreglarme lo de autónomo me hablan de lo bueno que era Suárez (al que conocen del aeropuerto de Barajas) o de lo malo que es el Ave, sé que son de Ciudadanos. Y si me piden que lea “El minotauro global” de Varoufakis, el chulo que hace peinetas a los alemanes, o “La muerte de un viajante” de Miller, el desgraciado que se casó con Marilyn, sé que son de Podemos.
–¡Morir… ahora que teníamos pagado el último plazo del piso!
Qué momento.
Toda la metafísica del oficio de difuntos y toda la poesía elegíaca del mundo, desde Jorge Manrique, queda sustituida, dice Pemán, por ese solo treno económico-administrativo de la viuda del viajante.
Al menos las alfombras del moro volaban.
Político emergente