Carlos I de España y V de Alemania
Cuacos de Yuste
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El gran partido de cuartos se jugó en Madrid y como se presumía, los entrenadores lo hicieron táctico, trabado, selvático y defensivo. No fue día de virguerías técnicas ni de ocasiones de gol.Vimos poco fútbol, pero nos hartamos de disciplina. Faltó belleza, pero sobró emoción.., y dígase lo que se quiera, pero no hay virtud que más conmueva al espectador de un partido de fútbol que el resultado incierto.
Ancelotti discurrió como italiano y puso a un defensa como centrocampista, arriesgando prestigio y sosiego primaveral si la variante táctica llega a salirle rana. A Mourinho se le crucificó por tales veleidades –"..impropias en un Real Madrid", decían-, pero como el objetivo se ha cumplido y el achaque de las lesiones siempre perdona, se da por bien empleada la falta de estilo del Madrid. Creo que al entrenador Simeone le descolocó la posición de Sergio Ramos y se le amontonó más la táctica propia que la ajena hasta hacerle perder un tanto la cabeza.
Imagino que no fui el único sorprendido cuando el míster rojiblanco sustituyó a Griezmann, estando Mandzukic sin aliento. Cuando el árbitro expulsó a Turam por torpeza turca, creí que Simeone cambiaría al croata, incapaz prácticamente de andar... pero no; del campo salió Tiago y entró un central que descolocó una defensa que iba con notable alto y que esperaba la última pregunta para alcanzar el sobresaliente. Miedo Simeone y miedo Ancelotti. El miedo de los banquillos nos regaló mucha emoción e incertidumbre, pero es justo señalar que el Real Madrid ha merecido pasar a semifinales y lo ha hecho en noche cervantina, gracias a Chicharito, el futbolista que mejor habla el español.
Por imperativo filial vi la primera parte del Bayern-Oporto. Guardiola no puso a Dante en la defensa alemana y mi chico se alegró. Los defensas portugueses del Oporto estaban, pero como si no ,y en un pispás se decidió la eliminatoria. Herrera y Óliver Torres no olieron bola y lo que apuntaba como sorpresón, quedó como el sueño de una noche de primavera.
El Barça eliminó primero al City y anoche al PSG. A mí me parecen dos equipos muy parejos. Asustan sus nombres, pero luego juegan sin espíritu porque, entre otras cosas, sus entrenadores pecan de estirados e indolentes. Explican las derrotas con mucha educación y no reparan en el material que tienen a su disposición. Matuidi, por ejemplo, cada día se acomoda más al papel de cumplidor sin más. Los expertos no paran de elogiar a Verratti y Pastore con una insistencia que a veces se me hace sospechosa, y es que después de “las coloquetas” millonarias del supuesto defensa David Luiz, un Sansón errático y errante, todo me parece feria de indiscretos.
Al final, la Juventus está con los tres favoritos, y los tres, Bayern, Madrid y Barça la quieren para semifinales. Italia contra el imperio hispano-alemán, como cuando Carlos Primero y Quinto. Aquí puede saltar la sorpresa, pero no dejará de ser sorpresa. En la final estarán dos de los tres. Ojalá un Madrid-Barça, probablemente el mejor partido que se pueda ver en la mejor competición de fútbol mundial.