Cualquier asiduo (o no tanto, con darse un paseo por ellas alguna vez sirve) a las redes sociales sabe perfectamente qué es el llamado Komando Txuletón. Más allá de clichés hiperbólicos que además se acrecientan con el paso del tiempo, encerrando a los siempre sutiles miembros operativos de esta organización criminal de palabras en una jaula, la denominación empleada es perfecta y define más que notoriamente (el Ultimatumgate así nos lo ha demostrado) el modus operandi de unos cuantos periodistas deportivos, que no todos.
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Sé de primera mano que el Real Madrid, hablando en genérico porque conozco que quien debe saberlo lo sabe, ha averiguado la identidad del poneguasaps maquiavélicos. Por mucho que disimulen, por mucho que digan "fueron dos fuentes", "el que lo filtró era Florentino", "a mí me lo chivaron siete" o lo que quieren airear para tapar la realidad, pueden dejar de echar botes de humo. La historia sale de un solo chorrito, del de siempre, del de las mismas aguas contaminadas que llevan tres años vertiendo detritus. Pero esta vez se les han colado justo por el agujero. Del Donuts, claro. ¡Gotcha!