José García Domínguez
Libertad Digital
Sucedió el viernes pasado en el plató del canal de televisión de La Vanguardia.
En el horario de máxima audiencia y como cada día, Josep Cuní, una
célebre estrella local, azuzaba a los tertulianos de su programa al
objeto de que predicasen con más ardor la buena nueva del separatismo a
los espectadores. Apostolado cotidiano en el que los charlistas en
nómina del Conde de Godó y Grande de España llegan a alcanzar prodigios
argumentales en verdad notables. Así, para gran contento de su jefe, ese
mismo viernes se esforzaban en explicar al público que no hay peligro
ninguno de que Cataluña fuera a ser expulsada de la Unión Europea tras
la secesión. Que apenas procederá añadir otro asiento en las reuniones
de los ministros en Bruselas, aclaró el más experto.