Triunfo del Santo
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Hasta que quitaron la fiesta del jueves de la Ascensión -un día que relucía más que el sol-, y educado un servidor en los marianistas, tenía el convencimiento de que no había día más grande en el santoral, pues a la tradición celebradora del país se sumaba la romería de mi pueblo en la que los mozos bailábamos jotas mirando a la Virgen y reculando durante toda la procesión hasta el alto totémico desde el que vigila la ermita.
De productor -así llamados los obreros en las nóminas- en la fábrica de cervezas San Miguel, donde el 29 de septiembre, día de los Arcángeles, nos daban asado en el comedor y podíamos tomar una copa de coñac después del café, aprendí la importancia de los Custodios, y más si tenemos en cuenta que nos daban una paga extra, además de la de julio y Navidad. Creo recordar que ese día sólo se trabajaba hasta el mediodía, pero no estoy seguro y no ha de tomarse por cierto. Lo que sí recuerdo es que casi todos los trabajadores eran solteros y nos íbamos tras la comilona toda la tarde de parranda a Las Llanas y allí se comprobaba quién aguantaba más vinazo de los mesones, mientras señalábamos a los “chivatos” y criticábamos a los miserables que no sabían gastarse unos duros en día tan señalado. Los serranos eran más flamencos que los de la parte de Villadiego, pero todos militaban en el temor a la mujer.
A finales de los 80 vine a dar en Córdoba con intención de no estar más de tres años.... pero aquí sigo con los hábitos cambiados y con el santoral ya totalmente desmitificado.
El Arcángel Rafael, colega de San Miguel y al que se venera por derecho el 29 de septiembre, en Córdoba resulta que no. Por un cierto privilegio que me resulta incomprensible, hoy 24 de octubre es el día de San Rafael en Córdoba, custodio de la ciudad, a la que por lo visto espantó una peste en el siglo XVI y día que aprovechan los cordobeses para ir de perol al campo en romería totalmente anarquista.
El perol cordobés no deja de ser curioso para los que asistimos por primera vez, pues desde primera hora -pongamos las once de la mañana- se asa panceta, chorizo, sardinas, etc.. mientras se juega al dominó por lo general en el paraje que llaman “los Villares” y allá a las tres o cuatro de la tarde se empieza a guisar el arroz en el perol. Uno, que siempre ha tenido al arroz como primer plato, no dejó de sorprenderse ante lo que pareció disparate, pero tras veinticinco años entre cordobeses, he aprendido a distinguir a los artistas “guisanderos”.
Participo al profesor Márquez, que uno de los primeros peroles a los que fui invitado, sería en el 88 ú 89, se guisó en la finca de Don Eliseo Morán, el médico que bajó con Paquirri desde Pozoblanco:
-Murió en la glorieta de Chinales, frente a tu casa, cien metros antes del hospital militar, pero de éso no quiero hablar.
Nunca más le he preguntado.
Don Eliseo, que es salmantino y no cordobés, seguro que se llama Eliseo por nacer en el día del santo, como Lupicinio q.e.p.d., uno de los solterones de la San Miguel, ó la señora Melchora de mi pueblo, que nació el día de Reyes. En Córdoba no se mira el calendario y todos los días se bautiza un Rafael. En Córdoba hay un ejército de Rafaeles a secas, además del vecino Gregorio ó el camarero Paco, que en verdad se llaman Gregorio Rafael y Francisco Rafael. El Rafael de mi pueblo nació un 29 de septiembre del año 59. Da la casualidad que es quinto mío.
Ea, estas letras para decirles que hoy es fiesta en Córdoba y voy de perol con unos cuantos Rafaeles.
Baxo la sombra de tus alas
Fachada-altar a San Rafael
Perol