jueves, 23 de agosto de 2012

Erotismo

Viridiana

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Ahora que la sífilis se ha puesto a hacer ERES en la industria norteamericana del porno, el mundo vuelve sus ojos al erotismo.

    Cristina Losada recoge la impresión del director del “New York Times” que publicó los documentos de Assange, Bill Keller, al presentar en Berkeley al nuevo mago de Oz:
    
Tuve la impresión de que la mitad del público parecía a punto de tirarle su ropa interior.
    
Assange, pues, no sería más que otro Jesulín de los pobres, y Garzón, que es taurino, lo sabe.

    En el 94, Jesulín toreó en Aranjuez sólo para mujeres (9.000), que alfombraron el ruedo de sujetadores, como en un sueño de Assange, regalo a la altura de su soberbia greguería: “Los pitones del toro saben a pezones de mujer”.

    –Yo venía de cortar un rabo en Pamplona y podía decir lo que quisiera.
    
Mañana, al fin, se estrena “Manolete”, pero el erotismo ya no está en los toreros (¡Dios mío, ese Talavante diciendo que se siente perseguido como en la Inquisición!), sino en los gamberros y la ruidajera mediática (los tontos útiles) que los acompaña.

    Así Martín Quispe, el nazi perulero que quiere ajustar cuentas con Pizarro “por judío”, o Sánchez Gordillo, la Lola Gaos de un “remake” de “Viridiana” en la piscina del palacio de Moratalla.

    Para Quispe todo empezó con “El judío internacional” de Ford, adquirido al azar en una librería de viejo. Y para Gordillo, todo ha venido a consolidarse con el humanitarismo gubernamental con Bolinaga, ese producto del marxismo-leninismo ibérico y de lance.

    ¿Qué son, licenciado Quispe, las doce tribus de Israel al lado de las diecisiete autonomías de España? ¿Qué, camarada Gordillo, tus “viridianas”, al lado de los crímenes de Bolinaga? Procesad a Gordillo y tendréis en el estrado a Garzón.