miércoles, 13 de enero de 2010

LOS TAURINOS DE LA MESA CUADRADA



José Ramón Márquez

La casa del reloj era un programa infantil de la televisión de los años setenta en el que una hija de Carlos Sentís cantaba a pachas con Pedro Meyer esta famosa canción: “Mis papás me han regalado /un reloj que no es cuadrado / redondo es, redondo / redondo es”. Quizás buscando la redondez del ruedo en la esfera del reloj, quizás por añoranzas infantiles, o acaso porque no han encontrado otro sitio que les dé albergue, los de la llamada Mesa del Toro (sic) han decidido reunirse a bombo y platillo en la llamada Casa del Reloj, sede de la Junta Municipal de la Arganzuela.

Uno, que no anda en estos dimes y diretes del taurineo rampante, lo primero que se pregunta es qué diablos es eso de la Mesa del Toro, que tal y como están las cosas en lo de la ganadería, ese nombre lo primero que te lleva a pensar es en algo así como la benéfica campaña “Siente a un pobre a su mesa”, que sale en la película Plácido. Pero, vamos, se ve en seguida que no van por ahí los tiros. O sea, que ni van a sentar a la mesa al pobre toro, ni le van a poner un plato de habas en la presidencia de la reunión, porque me parece a mí que lo que menos le importa a esa Mesa es precisamente el toro, que siempre hay que fijarse en lo de que uno alardea para comprobar de lo que adolece.
Tratando de indagar un poco sobre de qué va esto de la dichosa Mesa, la verdad, no sé, no sé, te vas a Google y escribes ‘mesa del toro’ y luego picas ahí y te salen dos letreros: uno que dice ‘Estamos trabajando en el futuro de los toros’ y otro que no entiendo y que reza ‘dsfsfdfsdgs’. Cuando pulsas en éste, que es el que más atrae, sale entonces otro letrero pequeño en inglés que dice ‘undefined’, vamos, que todo está por definir. En otro sitio leo que en la convocatoria ésa de la Casa del Reloj se considera primordial “desarrollar iniciativas en asuntos políticos y de comunicación que afectan a la Fiesta, promover la Tauromaquia como un activo económico y cultural de primera magnitud en nuestro país y crear una estrategia de defensa eficiente ante las crecientes agresiones de que son objeto la Fiesta y sus profesionales”.

Pues yo creo que el párrafo ése les ha quedado genial, así en plan marketing agresivo, con palabras tan modernas y tan ‘undefined’ como ‘iniciativa’, ‘magnitud’, ‘estrategia’, ‘profesional’ o ‘creciente’ y ‘eficiente’, que son palabras que me parece que jamás usaron Corrochano ni Bleu, pero, vamos, que a mí me da la impresión de que esto del toro se solucionaba, básicamente, poniendo toros en la plaza, ya que son ellos los que le dan nombre y sentido al espectáculo, que si mi niño ve la fiera pelea del toro con casta, su peligro y su emoción, se aficiona a esto seguro, y que ya le puedes echar al chico la hecatombe de cuñados del Idílico que van a sucumbir en las plazas este año y para él es lo mismo que si le pones en el youtube el programa de La Casa del Reloj, que el tío se tira de cabeza a ver al Ronaldo y al Kaká ése, que vaya nombrecito se gasta el señor, por cierto.

Los aficionados, en general, siempre hemos desconfiado de los ‘taurinos’ y, sinceramente, no veo representada mi afición por esa mesa de Ikea que más parece, con las salvedades que se quieran, la ‘Mesa del Taurineo Rampante’, con sus almuerzos y sus viajecillos de gorra y su rozarse con gente importante, que es la tríada de cosas en las que el español medio cifra su éxito en la vida.