San Miguel. Iglesia de la Santa Cruz. Sevilla
Francisco Javier Gómez Izquierdo
A las dos el Córdoba y a las cuatro el Burgos es ocasión que me pilló en Sevilla, lugar siempre alegre y optimista sin fingimiento ni afectación, porque el hijo invitó a la madre al "choque de trenes" en la Maestranza, conforme ponía ayer en el Diario. Mientras comemos en casa nos cabreamos con nuestro Córdoba viéndolo a merced de una Real Sociedad B juvenil y bulliciosa pero falta de consistencia.
De cómo Guardiola se marca en propia meta, cuando se le contrató para hacer goles en las rivales, es difícil explicar. ¿Cómo se cubre el primer palo con el cuerpo en un córner? Pues le da el balón en el pecho y entra junto al poste. Maguregui lo hubiera cambiado al instante. El gol de dejar sola la era de cada jornada quedó en penaltito al notar un roce el delantero corredor pero lo falló el bueno del Sanse, Peru Rodríguez, o lo paró Iker Álvarez, joven que ha desplazado al eterno Carlos Marín. Este lance acobardó a los donostiarras y como Ania puso por fin a Dalisson (lleva lesionado desde el inicio de liga), jugador en quien servidor pone todas las esperanzas, el Córdoba mejoró y Dalisson se dio el gustazo de ejecutar un gol con mucho mérito con el que se pesca un solo punto donde había que haber recogido tres.
Ya sin la familia me quedo con el Burgos de Ramis, entrenador abonado al oficio de aburrir desde la obsesión de mantener a cero la portería. (Todo lo contrario que Iván Ania, mosqueándome éste por adorno de más y Ramis por ausencia de detalles.) El Málaga marcó a los diez minutos y a Ramis no se le veía reacción ante el contratiempo, pero Appin ya está en forma y supo aprovechar la blandura y desatención en la que peca un equipo que apurado por la necesidad no le queda más remedio que confiar en la cantera. Así fue también el segundo de Miguel que sentenciaba el partido dándome la sensación tras el programa doble que tanto Sanse como Málaga pasarán apuros pero los boquerones tienen peloteros imprevisibles; técnicos, gambeteadores, anárquicos algunos, pero capaces de liarla a la sombra de un cardo, cualidades que no veo en los realistas con un previsible sota, caballo, rey.
Me acerqué a esperar a la familia:"¡¡qué toros más malos!!" dijo mi Doña. "Infames", remató el hijo... Y aquí seguimos en Sevilla, este día de San Miguel al que he ido a visitar, en recuerdo de mis días de productor en la fábrica de Burgos de la cerveza que lleva su nombre. Tal día como hoy nos daban una paga extra por lo que lo tengo como día propicio.

