Azulejo de la casa
Calleja de los arquillos expositores
Abilio, el alma de la obra,
en el camino a Cabezón de la Sierra
Francisco Javier Gómez Izquierdo
La Calle Cabezas de Córdoba es visita obligada para todos aquéllos que pasan unos días con servidor de ustedes. Si los amigos son de Burgos y no digamos ya de la Demanda o de mi mismo pueblo procuro retorcer lo justo la leyenda de nuestros héroes y de la antigua fortaleza de Almanzor donde estuviera cautivo Gonzalo Gustios, señor de Vilviestre, que es lo que aprendí cuando llegué en el 88 a Córdoba; explico que después allí vivió un converso víctima de la Inquisición por judaizante (Juan de Córdoba se llamaba el circunciso). En la vivienda dicen que había una sinagoga secreta y también se cuenta en Córdoba que un buscatesoros compró la casa a finales del siglo pasado convencido de encontrar joyas, oro y monedas escondidas. Tanto excavó que la destrozó. Un nuevo propietario la adecentó y la abrió al público como muestra de lo que era una casa judía del siglo XVI. Ahora está cerrada y se oye que trocará en hotel de lujo como el Madinat que está enfrente y donde suelo dejar unos dípticos que llaman a la representación del drama de los Siete Infantes de Lara en Castrillo de la Reina, mi pueblo. Cuando era casa judía me hicieron un pase para poder entrar de balde a la vista de los carteles que allí presentaba servidor dando cuenta de personajes desconocidos para el personal del edificio, como la malvada doña Lambra que forzó a su esposo don Rodrigo a enviar a Gonzalo Gustios con una carta en árabe a Córdoba en la que ponía "Almanzor, mata al portador". El tirano se apiadó y no atendió a tan gran traición. En esta casa permaneció don Gonzalo y recibió las cabezas de sus siete hijos más la del ayo Nuño Salido "... caballero que a los infantes criara", tras celada instigada de nuevo por la malvada doña Lambra, aquélla que no tuvo reparos en sus bodas "..las bodas fueron en Burgos, las tornabodas en Salas" (en Lara, reclaman la antigua Nova Augusta) para decir a su cuñada doña Sancha: "...mas calléis vos doña Sancha / que tenéis por qué callar / que paristeis siete hijos / como puerca en cenagal."
Cuenta la leyenda ya en versión cordobesa que las cabezas, ocho y no siete, como yerra el azulejo de la fachada de nuestra calle, se colgaron en los arquillos de la calleja adyacente en la que hay que adivinar que en verdad son siete los arcos pues una verja impide el paso a la comprobación. La verdad, no se explica el error en el recuento, pues a la entrada del callejón del Portillo, actualmente en obras por amenaza de derrumbe, y por el que se accede a la calle Cabezas desde la de San Fernando, había un cartel anunciando la casa de las cabezas en el que se diferenciaban la de Diego, Martín, Suero, Fernán, Ruy, Gustios y la de Gonzalvico ( "...¡Huelgo de veros a todos / que ninguno no faltaba / y más a vos Gonzalvico / prenda que yo más amaba", dice doña Sancha en las bodas de su hermano con doña Lambra) de la del ayo Nuño Salido con un llamativo espacio.
Ni que decir tiene que cuando Almanzor presenta las cabezas a don Gonzalo Gustios por si las reconoce es de un colosal dramatismo y ése es uno de los momentos en los que los corazones de los espectadores que han tenido la excelente idea de acercarse a Castrillo se encogen conmovidos por la extraordinaria interpretación de un pueblo que un fin de semana de cada agosto, ya va por 31 años, está convencido de hacer algo que de verdad merece la pena.
Reserven localidades en el 676 35 67 66. Ahí le informarán del horario de salida de autobuses desde Burgos. ¡Ah! No tema por el precio. La entrada son 8 euros. Si quiere que le lleven y vuelvan en autobús desde Burgos, el precio se eleva a la desorbitada cantidad de 15 euros. Lo que un kilo de sandía.