lunes, 21 de agosto de 2023

El Verano Peligroso

 

Courtois

 Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El verano peligroso (“The dangerous summer”), más conocido en España como “El verano sangriento” (demasiado bizarro, al parecer, para el pueblo que descendió sobre Hiroshima), tituló Hemingway su relato de setenta y cinco mil palabras para “Life”, que sólo le publicó treinta mil, sobre el verano taurino del 59, cosido a cornadas, al hilo de la rivalidad entre Luis Miguel Dominguín (“¡Haber matado miles de toros para acabar siendo el papá de Miguel Bosé”) y Antonio Ordóñez, el favorito de “Papa”, nombre de confianza del reportero americano.


    En media semana de agosto, el primero en hincar la rodilla fue Courtois, que se dice pronto: ¡Courtois! (Todo el mundo pensó que en Bilbao de portero Ancelotti pondría a Camavinga). Y luego, Militao, el otro sostén del tenderete defensivo del Real Madrid, sólo que Courtois no tiene sustituto (ni dentro ni fuera), y Militao tiene a Rudiger, para uno el mejor defensa de la plantilla, cuya ausencia, injustísima, en Manchester propició la eliminatoria dantesca en Champions. Urge, pues, encontrar al francotirador que los está venadeando.


    El Madrid inauguró su Liga en San Mamés sin el “Uno” del portero y sin el “Nueve” del delantero centro, pero con un centro del campo descomunal, aunque con unos carrileros de pueblo. Antes del partido, el entrenador del Athletic, Chingurri Valverde (Chingurri por Clemente, que fue quien se lo puso), sacó a pasear el precio de Bellingham como para hacerse el pobre, pasando por alto que él entrenó al equipo de Coutinho y Dembelé, al parecer dos gangas del Sepu. Bellingham, en efecto, costó mucho dinero, pero lo que a sus veinte años enseñó en Bilbao apunta a inversión de éxito, y hay que rezar para que el funesto francotirador de rodillas no meta su nombre en un congelador. Bellingham es el gran regalo del Real Madrid a la competición nacional, por llamarla de algún modo, ya que, siendo inglés, se lo arrebató a la Premier, con lo que eso significa. Mientras, la competición nacional, para darse pote, señala-denuncia al PSG, que pierde estrellas a una velocidad que sólo Oppenheimer sabría explicar, por recibir dineros de Catar, que es una forma de distraer el espectáculo mundial de las palancas culés. Otra buena distracción es lo que llaman “boom” del fútbol femenino, con el periodismo deportivo volcado en su publicidad. Si el toro inclusivo se coge por los cuernos, lo natural sería la imposición, ya, de la cuota femenina, y que los equipos jueguen con cinco señores y cinco señoras, dejando su distribución y despliegue a cargo del Ancelotti de turno. “¿Y el salario?”, preguntaría Rapinoe. Todas como todos y todos como todas. Después de todo, ¿no estuvo Mariano cobrando lo mismo que Vinicius? Cualquier oferta económica que se saliera de lo establecido por el Sindicato de la Igualdad caería en la figura moral de la “proposición indecente”, como denomina Mourinho la oferta económica que le hicieron los chinos, que algo saben de negocios:


    –Rechacé la propuesta más increíble jamás recibida por un entrenador, cuando China me ofreció su banquillo. Una propuesta económica indecente, fuera del mundo.


    La última “proposición indecente” que se despacha en el fútbol debe de ser la de Mbappé, un personaje que también empieza a parecer “fuera del mundo”, y no es Demi Moore (la Demi Moore del 93). Si finalmente no viniera, el Madrid se habría quedado con el molde del “Nueve”, es decir, sin Mbappé y sin Kane, que era el preferido de los dioses. Contar con el mejor centrocampismo del mundo es un lujo, pero las temporadas (acaba de recordarlo Simeone, que lo oyó muchas veces de Zapatones, el Sabio de Hortaleza) se determinan en las áreas, el área de Courtois y el área del “Nueve” que no ha llegado. Poner la producción goleadora del Real Madrid en manos de Rodrygo y de Vinicius no es serio, porque sus cualidades son las del vicegol (acuñado por Fernández Flórez), no las del gol. Vinicius en la banda provoca el caos, que es su salsa, pero en el centro cae víctima de la ley de las expectativas: una ardilla que abre tres nueces vanas deja de abrirlas, desmotivado por la expectativa de que todas las nueces estén vacías. Es lo que vimos en San Mamés. Vinicius, por alborotador, es un gran extremo, pero un modesto goleador, y al cambiarlo de posición en aras de un sistema cojo ocurre lo que según Tom Wolfe ocurría en el periodismo americano con los grandes reporteros que sabían escribir: el director los colocaba de columnistas, con lo que todos perdían a un gran reportero por ganar a un mal columnista.


    Por lo demás, la tristeza por Militao se compensa con la alegría por Rudiger, que representa el carácter veterotestamentario del Real Madrid y que se ha confesado a GQ: “Antes de marcar a Haaland, había muchas dudas en el ambiente, y la verdad es que me encanta esa atmósfera: brillo más cuando la gente duda de mí”. Como el viejo Madrid.

@Lavozgalactica


MATEU EN MOVISTAR


    A una competición liguera que ya es perezosa en sí hay que unir el fru-frú de los comentaristas, que gastan todos la misma gracia que Broncano, o sea, ninguna, y a reforzarlos llega el ex árbitro Mateu Lahoz, personaje que ya era parlanchín en el campo. Mourinho dijo una vez que le parecía el mejor árbitro de España, porque dejaba jugar sin cortar el juego a su antojo, y los viejarras del periodismo la tomaron contra él, que era tomarla contra Mourinho, el mejor detector de tontos que ha dado el fútbol.


[Lunes, 14 de Agosto]