Casa del Mitreo, Mérida
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La idea de Kipling era que el Oriente es el Oriente, el Occidente es el Occidente y jamás el uno podría encontrarse con el otro, aunque el partido socialista lo intenta. Felipe González, el Gonzalón que ahora vindica con entusiasmo Feijoo (al final acabará quedándose él con la “x”), fue a China y regresó con un proverbio para nuestros emprendedores de los 80: “Blanco o negro, lo importante es que el gato cace ratones”. Los flabelíferos de la época alabaron el ingenio de Gonzalón, pero el proverbio era un invento de Deng Xiao Ping en el 60 que algún covachuelista monclovita deslizó en el bolsillo del presidente.
Cuarenta años después, el partido socialista vuelve por gatos a China (con cuyo partido comunista firmó en 2013 el PP de María Cospedal un acuerdo de cooperación), y lo hace con Pedro Sánchez, que se ha traído, si descontamos de las expectativas los resultados, la huella de un zapato en el antifonario.
Grandes eran las expectativas de Sánchez, que seguramente esperaba ver inscrito su nombre en una “placa de valiente” en la Ciudad Prohibida, donde no están permitidos los selfies, o en la Gran Muralla, al estilo de la de Francisco de Miranda, el único demócrata “comme il faut” que ha dado España, en el Arco del Triunfo de París. Después de todo, Sánchez iba a “hablar de la guerra” con el presidente Xi (como él lo llama), “un liberal escéptico a lo Tocqueville que desconfía del poder, incluido el de los amigos”, pensaría Sánchez, que insistió en ofrecerse de “socio fiable”.
–Somos una democracia vibrante y sólida y un socio la mar de fiable– dijo Sánchez en China, ya que “democracia representativa” no podía decir.
Hay algo (físico y moral) de Godoy en Sánchez, y dado que en Oriente los regalos se dan en número de nueve, “si han de llegar al mayor grado de esplendidez y magnificencia”, uno pudo fantasear con algunos de los regalos contra la guerra que nuestro nuevo Príncipe de la Paz hubiera podido ofrecer al anfitrión: un exlibris de su tesis doctoral, que tanta guerra ha dado entre los expertos; la traducción del “Bushido” por Millán Astray; una disculpa firmada por Solana del bombardeo por error de la embajada china en Belgrado; el video de Aznar en las Azores para llevar la democracia vibrante y sólida a Iraq; el video de Zetapé llevando a Libia la democracia vibrante y sólida; un episodio de la guerra interminable de Almudena Grandes; e incluso un video de Marta Sánchez cantando en el Golfo “Soldados del amor”, que no son los guerreros de terracota de Xian, pero los queremos igual.
El partido socialista resulta ser hoy una franquicia del wokismo americano (como lo fue hasta ayer de la socialdemocracia alemana), y la cultura política no está entre sus prioridades, razón por la cual no hemos visto en este viaje a Sánchez con Wang Huning, el Bolaños chino, ideólogo del socialismo local contra las fuerzas de la globalización. El mundo en vilo.
[Martes, 4 de Abril]