miércoles, 16 de septiembre de 2015

Toros en Las Ventas. El parto de Manolo, el de la Cifu


Caballo diseñado por una Comisión


José Ramón Márquez

Fue hace dos meses cuando esa maldición que cayó sobre Las Ventas, esos  Choperón Father and Son, el padre se llama Manuel y el hijo ya te lo he dicho, amos de la razón social Taurodelta S.A., convocaron al sanedrín del trágala, treinta elementos llenos de opiniones y ni un solo criterio, para concebir bajo la augusta presidencia de Manolo, el enchufado de La Cifu, las medidas para “mejorar y agilizar el transcurso de los espectáculos taurinos” en Las Ventas. Si Leónidas necesitó a trescientos hoplitas espartanos cachas y bien musculados para parar a Jerjes,  a los Chop. les bastó con treinta (XXX), entre los que hay covachuelistas macilentos,  ratones de redacción e indocumentados, para poner a rodar urbi et orbe su particular huida hacia adelante, ayuna de vigor y de interés.

Después de dos meses, pasado el veranito, han decidido volver a juntarse para ver que su obra era buena y confraternizar otro poco, imagino que  alrededor de algunas rodajillas de chorizo y algún vino de alta acidez y peor digestión. En julio, la cuadrilla de Choperón y sus XXX agilizadores fue capaz de proponer nada menos que nueve medidas, entre las que no se encontraban ni por asomo las de limpiar y pintar la Plaza, o mejorar la simpatía y la orientación al cliente de los acomodadores especialmente en su trato con el personal foráneo, o el tratar de promocionar las corridas para que no sean un espectáculo semiclandestino en Madrid, o simplemente estudiar por qué la temporada veraniega en Las Ventas la programan a pachas dos ex-banderilleros. Ahora se han juntado, como se dijo arriba, para ver los efectos de sus medidas, y lo que han hecho ha sido analizar cuatro de ellas, olvidarse de cinco e incorporar otra, como quien no quiere la cosa.

De las medidas analizadas, a Choperón y los XXX opinadores  les ha parecido de perlas lo de que los pencos salgan por la Puerta de Madrid. Los matadores quieren salir por ella en “olor” (sic) de multitudes y los Choperón y sus XXX zascandiles les ponen ahí mismo, en su triunfo, el olor a bosta y a zotal, tan caros a los que nos gustan las cuadras bien limpias. Tengamos en cuenta que muchos de los XXX tienen sus abonos en el purísimo gañote, en los amables burladeros del callejón o bien lejos del punto por el que ahora han habilitado como puerta de caballos, por lo que la medida les da lo mismo. Mejor que a los XXX comensales es que hubiesen preguntado a los abonados de las primeras doce filas en el 7 y en el 8, a ver qué opinan. La medida les parece de perlas a los pastoreados, pues.

La otra cosa que parieron las XXX mentes fue lo de vestir de Florito a los chulos de toriles y de banderillas. Ahora han puesto una tríada floritesca, que nadie duda lo bien que va Florito, porque en Madrid nunca hubo un vestido específico para el cabestrero, que me acuerdo de Fermín Mondaraiz Mosulén vestido con vaqueros y camisa blanca. O sea que Florito lo hizo genial, poniendo un traje más digno a su empleo, pero los chulos llevaban vestidos de torero desde hace casi dos siglos, pues desde que se guarda memoria ese fue siempre el vestido de esos ayudas. Dicen los XXX que su parida “respeta el hecho de que sólo quienes participen en la lidia puedan vestirse de luces”, crean esa norma ellos mismos arbitrariamente, porque se les pone en el forro de los cataplines, obviando el derecho consuetudinario que es el que emana del uso y de la costumbre. Ahora tenemos a dos organilleros, con la parpusa y todo, y eso es lo que hemos ganado. No creo que este vestido de chulapo aflamencado llegue a durar los casi dos siglos que duró el otro. La tradición les importa un bledo. Menudos son ellos.

La tercera cosa sobre la que han opinado es sobre la limitación del uso de puntilla y descabello, cosa sobre la que no han llegado a otro acuerdo ejecutivo de momento que el de ofrecer de manera gratuita a los matadores la pericia de don Ángel Zaragoza Gálvez, el certero y eficaz puntillero de la Plaza. Sobre lo de quitar la elevación del ruedo con la que triunfaron desde Marcial Lalanda hasta César Rincón pasando por Domingo Ortega y Manolete, parece ser que van a llamar a un agrimensor para que tome medidas antes de plegarse al capricho del Mofletes poblano, porque no cabe duda de que la elevación del ruedo es algo que van a eliminar echando mano de lo de los cataplines que decíamos antes. 

Lo mejor del comunicado de los XXX es el punto 3, en el que “todos los asistentes plantean la necesidad de aplicar medidas que ayuden a paliar o evitar el efecto negativo que produce el viento en el transcurso de la lidia” Ahí hemos llegado de nuevo a la cubierta de la Plaza, empeño constante de los Chop. y tributo de Manolo a su Cifu, tan motera, tan moderna, por si hay que programar el desafío motorista de Red Bull en noviembre, que la Presidenta no pase frío. Nadie ha explicado aún los motivos, ni mucho menos se han depurado las diversas responsabilidades, que llevaron al desplome de la cubierta que perpetraron sobre la Plaza la víspera de su inauguración. De momento ya empiezan a calentar el ambiente introduciendo esta medida por boca de los XXX bocas, a modo de lluvia fina. Lo mismo que lo de los organilleros de banderillas y toriles, seguro que acaban poniéndole la boina a Las Ventas.

De las otras medidas que propugnaban los XXX chauchaus ya ni se acuerdan, porque las que importan son las que importan. El domingo pasado volvimos a asistir a la tragicomedia de los mulilleros simulando que sus pobres mulas son indómitos purasangre ansiosos de liberarse del yugo, llenos de nervio, y todo para favorecer unas orejillas de las que ya no se acuerda nadie cuando llegas a la explanada. De esto no dicen ni mu. De lo del tamaño de las orejas que se cortan tampoco se han pronunciado, dada la rechifla que produjo la constatación de que los XXX se ocupaban de cosas tan baladís, así como de lo de que para abrir la Puerta de Madrid, custodiada ahora por las bostas de los pencos, sean necesarias tres orejas; tampoco se ha avanzado en lo del cómputo de pañuelos, que es como lo de los asistentes a las manifestaciones según los organizadores o según la Policía Municipal.
El domingo pasado, sin ir más lejos, donde el observador imparcial veía veinticinco pañuelos, el Presidente don Justo Polo vio un cazo de leche hirviendo. Tampoco se ha dicho nada de lo de dejar los pañuelos colgando del Palco, que hay Presidentes que se lían.

Como se ve, la orientación para la que los Choperón y Manolo el ex munícipe convocaron a los XXX fue para lo de las mulas y lo del vestido de los organilleros, y ahora salen con lo de la boina, que se ve que no tuvieron bastante con el ridículo (con imprudencia temeraria) que hicieron y quieren repetir la experiencia.

El grupo de los XXX son los Ángel Siseñor, puestos para avalar las invenciones de los Chop. y de Manolo el munícipe, y en vez de darse cuenta del papel que les toca en esta vida, hay alguno que hasta se mosquea cuando ve escrito el ridículo que hacen a cambio de ná.