miércoles, 9 de septiembre de 2015

Los Maestre



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Dicen que en los Ayuntamientos de Podemos uno nunca sabe si está en un pleno municipal o a la mesa de los novios en una boda en Salones Hiroshima.

Para entender el ambientazo familiar en el Ayuntamiento de Madrid con la abuela Carmena, hay que leer “Familia y vida cotidiana de una elite de poder”, un estudio de Ana Guerrero sobre los regidores madrileños en tiempos de Felipe II, período de aristocratización del municipio.

Don Luis Cueto Álvarez de Sotomayor, Sobrino Mayor de Cibeles y Campo de las Naciones, Gran Manitú de Pregoneros, Almotacenes, Alarifes y Porteros, ¿qué ha de envidiar del regidor Bernardo de Sosa, sobrinazo de doña Ana de Henao?

Como los de ahora, eran de pocas lecturas (“ni siquiera de obras relacionadas con el desempeño de sus funciones”), pues lo suyo era “tejer esa red endogámica que conformaba la oligarquía concejil madrileña”.

La partidocracia iba de los Alba a los Éboli, de cuyos juegos salió el poder municipal en Madrid que, de 1560 a 1606, se repartió entre las familias Vargas, Vozmediano, Mendoza, Fernández y Barrionuevo. Como hoy los Maestre.
Por quanto mi hijo queda tan pobre que con la hacienda que le dexo no podrá pasar, y que es abil para papeles, pido le haga merced de ocupalle...
Los Maestre se ennoblecen desde su posición privilegiada en el Ayuntamiento por la tea de Rita (“¡Arderéis como en el 36!”), portavoz municipal que presume de “partisana” (?) y que en virtud de la “libertad de expresión” que le otorga la alcaldesa, jueza de España, profanó un lugar de culto despechugada como la libertad de Delacroix, costumbre, la de mostrar los pechos, que chocó al mexicano fray Servando Teresa de Mier, que se encontró aquí a las chonis del 800 con ellos fuera y “con anillos de oro en los pezones”.

La familia que reza unida permanece unida –dijo el padre Peyton.
Rita buscando cargos con su tea como Diógenes hombres con su linterna. “Y para papá, Hacienda”. A ver, curas, esos cepillos.