lunes, 9 de diciembre de 2013

Fútbol Mundi


Chinchón



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La fuerza democrática del fútbol (está dicho por Cruyff) consiste en que lo puede jugar todo el mundo: altos y bajos, listos y tontos. De hecho, lo juegan más bajos que altos, y ése es su éxito mundial, hasta el punto de que hasta un Combinado Autonómico de españoles, muchos de los cuales no quieren serlo, puede ser campeón del mundo.

    Se nos viene encima otro Mundial, donde nos ha salido un sorteo como había previsto supersticiosamente el marqués de Del Bosque con su mítica porra, es decir, con Holanda y Chile en el bombo, lalalalalá… lalala, que diría Raphael, aunque me temo que a Brasil llevaremos el bombo de Manolo.
    
Holanda no es enemigo, a pesar de Van Gaal, artífice del último Ajax bonito y cimentador del gran Barça y del gran Bayern que luego se comería Guardiola.
    
Holanda es un equipo lúser (a excepción de aquella Eurocopa de Ronald Koeman), y ante los españoles todas las cañas se le vuelven lanzas (del cuadro de Velázquez).
    
Un príncipe de Orange / soy, libre y valeroso / al rey de España / siempre le he honrado –grita Van Gaal en la banda a la hora del “Wilhelmus”, que es su himno.
    
Y ahí es cuando Robin van Persie ya no sabe contra qué portería tirar.

    ¿Y Chile?

    Chile no se ha recuperado de que Luis Aragonés le birlara el nombre de la Roja, así que un partido entre la Roja verdadera y la falsa Roja sólo puede interesar a los antropólogos, y no miro a Arsuaga, el de Atapuerca, que eso es otro negocio.
    
Y Australia no deja de ser el pretexto pintoresco para hacerle a Casillas entrevistas vestido de Cocodrilo Dundee.
    
De momento, ya se ha filtrado que Casillas, si el Madrid fuera eliminado en Europa antes de lo previsto, volvería a jugar en la Liga con vistas a su puesta a punto para el Mundial, con lo cual ya no estaríamos ante Ancelotti, sino ante Andreotti, el gran muñidor de la Democracia Cristiana de cuya personalidad Indro Montanelli nos dejó un soberbio fogonazo:
    
De Gasperi y Andreotti iban siempre juntos a misa; De Gasperi para hablar con Dios, y Andreotti, para hablar con los curas.
    
¿Con qué curas habrá hablado Ancelotti para que, de pronto, sea un Andreotti para la prensa?
    
Ancelotti, se nos dice, no es Mourinho, que “casi se carga a la Selección”, movido, se supone, por el mal sabor de boca que en Portugal dejó el Gran Duque de Alba. Mourinho iba contra el Combinado Autonómico, pero los gansos capitolinos del periodismo lo vieron venir y dieron a tiempo la alarma, que para eso están.

    Desde un punto de vista patriótico, por encima del Madrid está el Combinado Autonómico, y si hay que poner en forma a Casillas para el Mundial, ¿qué puede hacer Ancelotti?
    
Las leyes del señorío obligan a más. Puesto que hay futbolistas de Del Bosque que en el Barcelona no son titulares, como Puyi o Pedrito, lo señorial sería ofrecerles a partir de enero una plaza fija en el equipo de Ancelotti, a fin de que en seis meses lleguen a Brasil tan finos como Enrique Iglesias.
    
Y si tenemos que reformar la Constitución, la reformamos.


LA CEJA “AL VENT”
Cuando estábamos a puntos de explicarnos cómo Ancelotti había pasado de ser el mandadero al que el presidente le hacía las alineaciones al sabio que a base de tocar teclas había conseguido un equipo de fútbol nunca visto, vamos a Xátiva, la cuna de Raimon, y Ancelotti nos deja con el antifonario “al vent”, esa gran metáfora, al decir del propio Ramón Pelegero Sanchís, que estudiaba Historia en Valencia y un día fue de paquete en la vespa de un amigo hacia la capital y le daba el viento en la cara, “al vent, la cara al vent, el cor al vent, les mans al vent, els ulls al vent, al vent del món…” Hay que ser Ancelotti y llevar la ceja “al vent” para declarar que el Xátiva-Madrid… “no fue mal prtido”.