Charo Pascual
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La noticia del Día de Andalucía es la ola de frío en España.
¿Justicia poética?
No sabría decirlo.
Por justicia poética entiendo el despiste de Sergio Ramos que propicia el gol del Barcelona al minuto de que Mourinho pidiera “cabeza” a sus jugadores. ¿Por qué Ramos?
Esa pregunta me tuvo toda la noche en vela y al final no me quedó otra que meterme entre pecho y espalda aquel libro de Jacques Monod sobre el azar y la necesidad, que venía a decir:
–Dadas dos ideas que se excluyen mutuamente, todo lo que existe es fruto o de una o de la otra, o de las dos.
Como España en este Día de Andalucía en que, casi de amanecida, te llaman los amigos con el mismo recado: “¿Te he despertado?” “No, me coges pensando por qué tuvo que ser Ramos el del gol en Barcelona…” “¡Es que te llamo porque nieva en Madrid!”
Sólo que Madrid no es Cádiz, donde el 9 de febrero de 1935, a las nueve de la mañana, los cielos dejaron caer unas leves pelusillas blancas que bajaban contoneándose, dejándose ver, con aire de bailarina que baja, con zarandeo de tango, hacia las candilejas, y algún niño logró tener en su mano morena una pelotita blanca, no mayor que una ciruela.
“Nieve en Cádiz”, tituló Pemán su artículo de aquel día (“fecha nupcial para la palmera y el naranjo, que desconocían a este blanco novio del Norte”), porque para Cádiz fue aquél “el año de la nieve”, como aquel otro fue “el año del cometa”.
Y le dieron el Cavia.
Pero ¿qué le das a un amigo que te telefonea tan de mañana para despertarte y decirte que nieva, como si uno ya viviera en el Metro y no tuviera ventanas?
¿De dónde le viene al español esta fascinación del tiempo?
En mi casa fueron de Mariano Medina y yo me hice de Charo Pascual, que turbó mi juventud con un puntero de isobaras que eran dedos, hasta que se metió en un convento de Londres para desayunar gachas en vez de ostras.
–Las ostras me encantaban y las gachas me ponen triste. ¡Lo que es la vida!