jueves, 31 de mayo de 2012

Parábola del mus en Balaídos

Jugada ¿imposible? en el mus

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Un lerdo con ventanas a la calle compara desde la radio a Criscito con los futbolistas del Celta y el Córdoba y al parecer enumera una serie de pecadores capitales que van desde los que se dejan perder hasta los que cobran por ganar y a los que habría que mandar a un infierno laico de merecidos tormentos.

       Es evidente que de fútbol podemos hablar cualquiera y es disciplina a la que exigimos lo que no somos capaces de ofrecer ni por asomo, sobre todo en situaciones como la que toca a célticos y cordobeses. De los ojos escandalizados ante la certeza del empate  del domingo próximo en Balaídos, me dan noticias unos mozos que vienen a casa a plantear correctamente problemas de matemáticas que les aguardan en la Selectividad, y como uno fue educado en parábolas intento hacerles comprender la importancia de la Lógica echando mano del mus, juego en el que me adiestré en las mesas del Bar Jose de Gamonal, y me doctoré en mis tiempos pamplonicas  jugándome café y copa con los riojanos, gente ésta que sólo admite cuatro reyes y cuatro ases, por lo que tardé en aprender a cortar con rey-caballo.

           Saco mis bien guardados amarracos de plata y mi cuidada baraja goyesca y diserto d’aquesta manera:

     -Mirad chicos, el mus es juego de mucho temple y psicología que tiene un principio fundamental: respetar la mano. Las partidas suelen ser a tres juegos y gana el que alcanza tres partidas. No importa perder un juego. Lo importante es ganar la partida y para ello es imprescindible estar atento al final de cada juego. A la pareja del “mano” se la conoce como “postre” y muchas más veces de las que podáis imaginar se pierden partidas por la insensatez de un “postre” egoísta y mentecato. Lo que más vale es “la 31” y si el “mano” la tiene a falta de dos amarracos no permitirá que su “postre” quiera a grande, chica ó pares... pero a veces, y viéndose perdida, la pareja rival echa órdago a todo según se reparten los naipes con un :"Órdago a todo sin mirarlas y salid a la que queráis"... y entonces un mal compañero que tienes de “postre” se emociona demostrando su torpeza  con cuatro reyes en la mano y creyendo imposible perder a grande de “primeras dadas” suelta una estupidez que te endemonia: me voy a permitir ganar un juego, porque para una vez que me vienen cuatro reyes no los voy a despreciar y va el tío y dice “quiero la grande”... y ¡¡¡partida perdida!!!!... y cara de tonto.  ¿Qué consigue ganando el Celta? ¿Y qué gana el Córdoba con la victoria?

    No cabe otra respuesta que “lo que ya tienen”, y lo que ya tienen no se puede perder....  Ese quijotismo que predican Alcorcón, Almería, Valladolid y Hércules no lo practicarían si se vieran en la misma situación y así lo van reconociendo los profesionales que viven del balón. El Valladolid va a jugar con los reservas porque no cree que los gallegos sean tan estúpidos como para  tirar el ascenso recién conseguido y el resto de aspirantes al playoff ven más oportuno primar a Numancia, Huesca... ¿y Alcoyano? que esperar un temblor de tierra en Vigo.

     Córdoba y Celta han ganado ya sus partidas de mus y se han tomado  dos copas en vez de una para celebrarlo. Para no equivocarse van a plantear un partido amarrategui -palabro que viene del mus- como ya hicieran ilustres entrenadores en la historia del fútbol: Helenio Herrera, Maguregui, Capello, Clemente... en la última Championlí Di Matteo. Todos sabemos qué cosas son indecentes al final de Liga. Cosas que se ven y que al parecer son indemostrables, aunque se chiven los protagonistas. El pacto de Balaídos no sólo no tiene trampa, sino que es justo y necesario.


Don Quijote es del Córdoba