-En la Cumbre del G-8, los ocho hombres presuntamente más poderosos del mundo, se ha impuesto el estilo macarra-hortera de Barack Obama. Líderes descorbatados, en mangas de camisa o con un jersey Benetton,
como el mandatario italiano, sentados alrededor de una mesa redonda,
como si fueran a echar una manita de póker. Naturalmente, los
norteamericanos expanden por el mundo mediático mundial la imagen de su
presidente explicando a sus colegas por dónde va el mundo, mientras el
resto concursan por asentir con una sonrisa más placentera a las
palabras del líder más chuleta con el que hay contado el mundo, quien
seguramente les estaba diciendo si preferían café, té o algo más fuerte. Uno está deseando presenciar en directo la primera toma de contacto del neo-presidente ruso, Vladimir Putin (a Chicago acudió el saliente Dimitri Medeyed), porque a don Vladimir no le gusta que nadie le pase la mano por el hombro, como acostumbra Obama.