Hughes
Pitingo tiene un swing renqueante, dulzón, y canta siempre su mismo palo personalísimo. Pitingo es su propio género y la incomprensión que sufre se debe a que en España nunca se ha valorado la música negra. Pintingo es un palo, o, si se quiere, un palillo.
Me imagino a Pintingo al enterarse de la noticia, tratando de convencer al funcionario de su amor por los EEUU cantándole una soulería desesperada, pues la soulería, mezcla de bulería y soul yanqui, es su gran aportación al acervo. El funcionario atónito, Pitingo demostrándole lo negro de su quejío.
Pitingo es la fusion, y no hay nada más contrario al fundamentalismo del terrorismo que la fusión. Pitingo es un gitano que canta como un negro y tiene ya cobre y cana de hindú. Pintingo es el sincretismo del artista nuevo y el paradigma de un mundo pacífico, mezclado, sonriente y banal.
Si hubo una burocratización del mal, del terrorismo, ahora estamos ante la burocratización de la lucha contra el mismo. Así, se dan casos como éste, de severa incomprensión del individuo.
Que a Pintingo le confundan con un terrotista es como si en Los Demonios de Dostoyevski saliera Luis Aguilé. Esa burocrática lucha contra el mal está generando situaciones de nueva banalización, de rebanalización del terror, emparentando en situaciones hilarantes (comicidad de embajada, de aeropuerto, donde a uno le pueden tomar por otro, trastocando la certeza de su identidad) a Llamazares con Bin Laden, o a Pitingo con un terrorista.
Ni los españoles hemos comprendido la negritud almíbar de Pitingo, ni su mismidad de palo que se basta a sí mismo, ni los EEUU han entendido el efecto que genera que el crisol de cosas que es Pitingo, que es un individuo Benettón, sea tomado por terrorista. Él, que es estrella de la fusión y un empecinado de la americanización del cantar agitanado.
Sospechoso aquí ya era Pitingo, y ahora es sospechoso allá. Rehén paralizado en embajada, hombre detenido en aeropuerto, cuando de todo esto huye Pitingo (¡y de su ramalazo Vélez!) al cambiar su nombre.
Debería haber un registro internacional de Pitingos, que no necesitaran visa, ni permiso, pues han abolido todas las fronteras.