lunes, 30 de abril de 2012

Del Mou al Löw

 Real Madrid - Sevilla

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Mou se queda y Pep, reserva espiritual del zapaterismo, se va.

    O sea, lo contrario de lo que vendía el periodismo deportivo.

    “¿Y qué nos han dado los romanos?”, preguntaban retóricamente en “La vida de Brian” los nacionalistas, como en Madrid hay piperos que preguntan “qué nos ha dado Mourinho”.

    –El olor a victoria.
    
Vale. ¿Y qué más?

    –La esquiva Copa del Rey.

    Sí, ¿pero qué más?

    –La Liga con más goles de la Historia.

    Eso no, porque Xavi dijo que Mou no pasaría a la Historia, un lugar reservado a Guardiola, el hombre que miraba a los ojos a Keita y hacía un fútbol “de izquierdas” (?).

    “¡Silencio, gitanas!”, gritó Ruano en la necrológica de Romero de Torres. “¡Silencio, socialdemócratas!”, quiere uno gritar hoy, aplastado por ese dramón a lo Douglas Sirk de despedida “al Pep”, que deja a un Sandro “fotut” y a un periodismo “in albis”.

    Ese periodismo que nos presentó a Mou comprando casas en Londres como un Pepe Banús de la City, y ante el desprecio silencioso del portugués (un desprecio a lo Eça de Queiroz) tituló: “Don Imprescindible se hace el interesante”.

    Pero el único en hacerse el interesante es Guardiola, el Brian de Sampedor, tras de cuya sandalia perdida corren como locos todos los progres del mundo. Los progres… y los pobres. Periodista ha habido pidiendo la renovación de Pep por el bien de los negritos de Sierra Leona, y no es chanza.
    
Mas la parábola del fariseo y el publicano (además de la Liga) hace tiempo que la ganó Mourinho, que es el publicano, claro.

    ¿Qué quedaría del fútbol de Guardiola si le quitáramos a Messi? Pues lo mismo que de los hermanos Quintero si se los tradujera al castellano. Mou ganó una orejona con Milito y Cambiasso. Pep, con Messi, necesitó de Ovrebo y Stark. El sueño platónico de Mourinho es jugar las semifinales de Champions contra diez, como el Barcelona con el Inter, con el Madrid o con el Chelsea.
    
Sin Messi el tiquitaca es aquel masaje canicular y gandul de los equipos brasileños del Carranza en los agostos de Cádiz, la marmita de hierbas del hermano Pep para la armonización de los chakras que cura las migrañas… como la de Míchel, que ayer afeó el gesto de Cristiano con el balón, pues lo bonito es tirar la camiseta o tocarle los c… a Valderrama.
    
Cuatrocientos millones de euros gastó en fichajes Pep, el apóstol de la cantera, ese nacionalismo de pobres, mientras oímos que Mourinho no vale para mánager y que darle más poder sería incurrir en fascismo.

    El miércoles, con el Bayern, pasó por el Bernabéu el seleccionador alemán, Joachim Löw (otro Acuario, como Mou), que acreditó su personalidad acudiendo en zapatos de ante a un urinario de pared. Luego, ante la prensa, podía haber dicho: “Mi referencia ética es la mirada de Kant”. Y, sin embargo, dijo: “El Madrid necesita a Mourinho”.

    Así que, cuando nos falte Mou, Löw.

 Cristiano ensayando en el calentamiento 
los toques que enfurecerían a Míchel

LA BULA DE KAKÁ
Pitar a otro es aplaudirse a sí mismo. El Bernabéu, que en lo que va de año ha pitado a Benzemá, a Cristiano y a Mourinho, todavía está por hacerle un feo de chiflo a Kaká. Si preguntas, todo el mundo te contesta lo mismo: “Es que menuda verónica le vi dar un día en Milán”. Que es como te justifican a Morante los piperos del taurineo. Y así lleva tres años (Kaká, que Morante llevará lo menos diez), viviendo sin vivir en nosotros, pobres tontos que, viendo a Kaká, pensamos que podríamos vivir como él. ¿Que cómo vive Kaká? Pues Kaká vive en paz consigo mismo y con el rival.

Mediodía en el Bernabéu
Casillas y los tres goles al Sevilla