martes, 26 de abril de 2011

Seriedad (con las cosas del talego)


Francisco Javier Gómez Izquierdo

No se sabe por dónde anda Troitiño y las bocas charladoras no saben si hablar de fuga o de huida para acomodar el suceso a su lógica sin ilustrar.
El momento más sagrado de la ejecución de las penas en el sistema judicial de una sociedad moderna, son los minutos que preceden a la libertad de un preso. La puesta en libertad es un acto sacramental, diría el responsable de una cárcel seria, y se han de tener todas las firmas, se ha de comprobar la identidad del interno y tener delante el mandamiento judicial.
Los presos de ETA con asesinatos; hasta no hace mucho, se les contaba 30 años de cumplimiento. Si estudiaban psicología -su carrera favorita-, ó asistían a talleres de baile de tango, se les descontaba tiempo de los 30 y no de los 356 años a los que estaban condenados.... y así salieron muchos sin llegar a estar entre rejas ni siquiera 20 años. Ante tal escándalo, y cuando tocaba salir con tan generosa contabilidad al célebre Parot, algún juez responsable consideró oportuno aplicar la redención a la totalidad de la condena impuesta y no a los 30 años que contempla el Código Penal como tiempo límite para permanecer en prisión y así los condenados a 1.500 años permanecerán encarcelados los 30.
Lo deseable es que todos los jueces tuvieran claro estas sencillas lecciones matemáticas, pero hay alguno, no se sabe por qué, que rompe la disciplina y baila por alegrías. Troitiño lleva a cuestas toneladas de culpa, pero su salida de la cárcel, su puesta en libertad, no es achacable a su maldad. Troitiño ni se ha fugado, ni ha huido. A Troitiño le ha firmado la libertad un juez, como se firmaron las de muchos de sus compinches. El error de la Justicia interpretativa ha de asumirlo el juez intérprete y no el delincuente que estaba a buen recaudo. Volver a meter a Troitiño en el trullo es como si a Undiano Mallenco le dicen en el descanso del Madrid-Barça que en la 1ª parte ha habido un penalty de Carvalho a Messi y va el tío y lo pita al empezar los segundos 45 minutos. Undiano quedaría desacreditado para el resto de su vida. Sería un árbitro para una chirigota. La Justicia española lleva muy mal camino con esas extravagantes normas de decir por la tele a los asesinos que cumplen condena y se les firma la libertad, que no se vayan muy lejos por si hay que ir a por ellos.
Troitiño estaba en la cárcel. Debía seguir en la cárcel. Otros 30 años más.... pero ¡ay, amigo!... el Estado de Derecho no puede permitirse ciertas licencias. Con Justicia tan casquivana es imposible que Europa sepa a qué atenerse... y por supuesto, de respeto ni hablamos.