miércoles, 21 de mayo de 2025

Antoñanzas. Peluqueros en Gamonal

   

Antoñanzas en la Plaza Roma


      Francisco Javier Gómez Izquierdo


 Cuando voy a Burgos tengo como tarea principal caminar junto al Gaitu (nos echamos mucho de menos) para hablar de fútbol sobre todo y ¡cómo no! de Gamonal y sus personajes que al poco de cruzarnos con ellos el Gaitu me pregunta "¿no te acuerdas de éste? Que sí hombre, te tienes que acordar, jugaba en el AZ 74 de Capiscol" ó "éste es de la Inmaculada de toda la vida". Vemos la decadencia de los "choros" de los setenta, la vejez de los "jóvenes de Gamonal", los bares bulliciosos que han cerrado, las bodeguillas... y le digo que las caras, las nuestras también, han cambiado mucho después de medio siglo. En el entierro de una señora de los Juarros, pariente del amigo Juan Ángel, me encontré con hombres y mujeres que no me resultaban desconocidos y con los que me abracé cuando nos íbamos dando a conocer. ¡Cuánto hemos envejecido!


      Hasta hace diez días, estuve una semana en Gamonal y después del paseo -un día por la vega del Arlanzón, otro por la del Vena- nos acercábamos a la bodega El Rubio, establecimiento que llevaban en nuestra juventud los juarreños Heraclio y Gaudencio y hoy los regentan los hijos de Heraclio "el Rubio", Javier y Luis. A unos quince metros y en la plaza Roma frente a la iglesia de San Pablo me llamó la atención la pintada que le habían hecho en la persiana de una de las peluquerías Antoñanzas, la de la Trini, al que fue peluquero de los varones de mi familia en los 70. "Sí, murió hace poco. Un personaje, el patriarca de la saga", me dijo Gaitu y luego lo hablamos con Alberto en el Fetiche, bar que lleva otro histórico, Pablo, de Villadiego, y fuimos repasando, ellos mejor que servidor, la tradición familiar en un oficio que ha cogido niveles de demanda espectaculares.


    Los recuerdos de uno tienen a veces lagunas y una de ellas era que daba por seguro que el señor Luis con sus hijos de aprendices abrió a principios de los 70 la primera peluquería Antoñanzas frente a la Real y Antigua, al comienzo de la Calle Eladio Perlado, hoy Derechos Humanos... pero ¡no! El Gaitu me llevó a la carretera Poza donde pela un nieto del señor Luis al que ayudan sus hijos, es decir los biznietos del peluquero del barrio por antonomasia que nos aclaró que la primera peluquería se abrió en la calle Vitoria en "las Mil", a mediados de los 60. Creo que nos dijo que en el 67. Luego la que yo creí pionera de Eladio Perlado y más tarde los hijos fueron abriendo su industria, todos en Gamonal. El más joven, Jesu, está frente a nuestra casa, pegado al Liverpool a poco más de cien metros de la peluquería a la que íbamos mi padre, mis hermanos José y Carlos  y servidor. Creo que nos hacía descuento no sé si apiadado por ver familia numerosa como la suya -tenía cinco hijos- o porque nos cogió aprecio. Mis hermanos y mi padre siguieron como clientes y amigos, aunque creo que José y Carlos iban a la carretea Poza a pelarse cuando el señor Luis se jubiló. A José, cuando enfermó, lo acompañé dos o tres veces a la que hay frente a lo que fueron bodegas Cándido, donde acaban las casas bajas de la Inmaculada y el Gaitu me acercó a la del nieto Israel que está pegada a Villímar. Pudiera parecer que se hacen competencia entre la familia -hijos y nietos del patriarca de la saga-, pues alguno de los establecimientos de un total de siete u ocho, distan muy poco entre sí... pero no. Gamonal se corta el pelo y se arregla la barba, como los neoyorquinos, en las peluquerías Antoñanzas, con una fidelidad tan asombrosa que los salteados locales sudamericanos que se ven por el barrio no han conseguido corromper.


     Allí, en la plaza Roma, con su "mascotilla", su traje blanco y su corbata como ortodoxo Testigo de Jehová el señor Luis mira a los gamonalinos agradecido y orgulloso por el legado conseguido durante más de cincuenta años.


     Descanse en Paz.