Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La comediante tejana Selena Gómez se ha hecho grabar un video llorando a moco tendido por las deportaciones de inmigrantes ilegales acometidas por la nueva Administración americana, pero el público lo ha tomado como un truco publicitario para promocionar “Emilia Pérez”, otro “hecho fílmico” francés para arrasar en los Oscar contra Donald Trump. Vuelve la “América Latina”, invento bonapartista para apropiarse de la hispanidad con el cuento de que Maximiliano sentó plaza por un día en Méjico. Ahora Macron quiere enviar tropas (?) a Groenlandia para pararles los pies a los Estados Unidos y no ser menos que Scholz, que promete parárselos a Israel en Gaza. Es la Europa de los papafritas.
El selecto mundo de los comediantes se opone a las deportaciones de Trump, pero sólo a ésas. Callaron cuando Bill Clinton deportó a doce millones de inmigrantes ilegales (los demócratas todavía no habían inventado el votante sin identidad que ahora promueven). Callaron cuando Barack Obama deportó a tres millones de inmigrantes ilegales. Pero berrearon (“¡Nazi!! “¡Racista!”) cuando Donald Trump deportó a un millón de inmigrantes ilegales en su primer mandato. Y a los tres días de su segundo mandato la TV de Ferreras ya saca las jaulas de niños de la época de Obama para ilustrar la época de Trump. En el Ayuntamiento de Madrid, que destina todo su tiempo a la política internacional y todo su presupuesto a modificar en unos grados las curvas de las aceras, el concejal Rubiños, un Rimbaud municipal, ha ofrecido su pecho woke a Trump como los héroes goyescos del 2 de Mayo en un video que podría competir con el de Selena.
–¡Que nos vayan apuntando en su lista!
Quienes no recuerdan el aparato represivo desplegado por Clinton para devolver al ñiño Eliansito a Cuba (más o menos los mismos que no mueven una ceja con las niñas de Rotherham) ponen el grito en el cielo porque los deportados vuelan esposados. Trump: “¿Alguna vez habéis visto la película ‘Con Air’? Trescientos de ellos sentados en un avión. Salvo que en ‘Con Air’ eran actores”. Y su secretaria de prensa, Karoline Levitt, tuvo que explicarle el catón de la civilidad (la convivencia civil, para entendernos) a un apuesto periodista recalcitrante entrado en canas que insistía en la inocencia penal de algunos deportados: “Es un crimen federal… Si eres un ciudadano extranjero que ingresa ilegalmente a los Estados Unidos, por definición, eres un criminal”. Se ve que, por edad (o por conservar su empleo), ese periodista se hacía el rusoniano y fingía que la civilidad es mala: Rousseau dice a Hobbes que los salvajes se pegan menos que los civilizados, pues carecen de motivos, ya que sus pasiones básicas están satisfechas. Al leer esto, John Adams (¡promotor de “la república de las leyes”!) anotó: “La calma de las pasiones en los salvajes ha! ha! ha!”
El nuevo Rousseau es “Emilia Pérez”, película destinada a arengar a las tropas de Macron desplegadas en Groenlandia.
[Viernes, 31 de Enero]