Casa de Fieras
Parque del Retiro
Madrid
Mia Couto
[Traducción de Melitón Cardona]
Pase lo de zoo, pero lógico ¿por qué? La mayor parte de las veces es hasta ilógico: los animales con orden de arresto, detenidos sin otra legalidad que no sea la prepotencia de nuestra especie. ¿Alguien lo duda? Pues que venga a visitar el parque con otros ojos.
Esta vez examinaremos la pajarería. Da pena ver tanta pluma infrautilizada. Con todo, los cantares de encanto, los píos y giros, las súbitas coloraciones, todas esas maravillas permanecen, resistiendo a la jaula. Mar, ave, islas.
Primero las aves de rapiña. Estas majestuosas cazadoras no merecen tan peyorativa denominación. En el reino de las aves se necesitan muchas correcciones, como habremos de ver.
Empecemos por el halcón: ¿se han fijado en lo felino de sus ojos? Más valdría llamarles falgatos. Tienen los ojos como las tiendas antes del PRE (1): abiertas pero sin atender a nadie.
Habrá una historia de amor, hecha de eterno desencuentro, entre el ave nadadora, el pingüino, y el pez volador.
El macho de la cacatúa: el catatuyo. Entre guerrera y payasa, se asustó del temor que quiso infligir a los demás.
El tucán emitió pico en triplicado. No está posado en una rama sino en una caña. Por el nombre se ve que al can lo trata de tú.
Es preciso tener pierna para piernoctar. Lo dice la garza en sus piernaltitudes.
Rectifico lo del albatros: alba, sí; atroz no.
La mayor de la familia es el avestruz. Es ave que no ejerce. Las alas, desempleadas, casi están tristes. Algo debe haber pasado para que Dios le retirara la licencia de vuelo.
Casi se empajara el murciélago. En el claroscuro, ese mamífero aviador se orienta sólo por el oído. Desgracia de murciélago es ser murcisordo.
Hay jerarquías en los nombres. Pájaro no es sinónimo completo de ave. Pájaro es menos que ave, estatuto menor de la carrera alada. De la misma manera, pluma y plumón no son sinónimos gemelos. La pluma es el plumón de gala, el traje de ceremonia.
El gallo es lo más caballeroso que conozco. Rebusca y picotea, pero casi no come. Ofrece lo mejor a las gallinas de su harén. Ejemplo para los hombres que, al comer gallina, no dejan parte valiosa para las mujeres.
Esta vez examinaremos la pajarería. Da pena ver tanta pluma infrautilizada. Con todo, los cantares de encanto, los píos y giros, las súbitas coloraciones, todas esas maravillas permanecen, resistiendo a la jaula. Mar, ave, islas.
Primero las aves de rapiña. Estas majestuosas cazadoras no merecen tan peyorativa denominación. En el reino de las aves se necesitan muchas correcciones, como habremos de ver.
Empecemos por el halcón: ¿se han fijado en lo felino de sus ojos? Más valdría llamarles falgatos. Tienen los ojos como las tiendas antes del PRE (1): abiertas pero sin atender a nadie.
Habrá una historia de amor, hecha de eterno desencuentro, entre el ave nadadora, el pingüino, y el pez volador.
El macho de la cacatúa: el catatuyo. Entre guerrera y payasa, se asustó del temor que quiso infligir a los demás.
El tucán emitió pico en triplicado. No está posado en una rama sino en una caña. Por el nombre se ve que al can lo trata de tú.
Es preciso tener pierna para piernoctar. Lo dice la garza en sus piernaltitudes.
Rectifico lo del albatros: alba, sí; atroz no.
La mayor de la familia es el avestruz. Es ave que no ejerce. Las alas, desempleadas, casi están tristes. Algo debe haber pasado para que Dios le retirara la licencia de vuelo.
Casi se empajara el murciélago. En el claroscuro, ese mamífero aviador se orienta sólo por el oído. Desgracia de murciélago es ser murcisordo.
Hay jerarquías en los nombres. Pájaro no es sinónimo completo de ave. Pájaro es menos que ave, estatuto menor de la carrera alada. De la misma manera, pluma y plumón no son sinónimos gemelos. La pluma es el plumón de gala, el traje de ceremonia.
El gallo es lo más caballeroso que conozco. Rebusca y picotea, pero casi no come. Ofrece lo mejor a las gallinas de su harén. Ejemplo para los hombres que, al comer gallina, no dejan parte valiosa para las mujeres.
La más volátil de todas las fieras: la atmósfiera, que es como el corazón de algunas mujeres: todos lo visitan, nadie lo habita.
El marisco: primero fue mar; sólo después isco. Como la almeja, en el balanceo de la ola, almejonda.
El macho de la gacela, el gazel. La hembra del elefante, la ellafante.
Siguiendo con los paquidermos: ¿no será que de tan enormísimos tienen trigestión en lugar de digestión?
El toro le puso los cuernos al vaco y se quedó con la vaca y al divorciarse de la caballa, el caballo casó con la yegua. La chinchilla no es chinche venida a menos y el águila enfangada se convirtió en anguila.
La visita toca a su fin. La tablilla reza: "Prohibido dar comida a los animales" y otra, en el interior de la jaulas avisaba al bicherío: "No provoque a los hombres: su humanización está en curso".
La ciudad y el zooilógico: ¿quién tiene preso a quién? Al menos exímase de pago a los bichos cuando quieran visitar a los hombres en sus urbanísimas jaulas, esos altos predios que tanto arañan los cielos.
(1) Programa de Rehabilitación Económica lanzado por el gobierno mozambiqueño a mitad de la década de los ochenta.
Mia Couto