martes, 15 de noviembre de 2016

Crónica del concierto de KING OF THE NORTH y DEAD BUFFALOS en Madrid


 Dani Bagnoli y Ariel Ruiz en la Sala Wurlitzer 



Todavía estoy flipando con una banda que tiene escasos meses de vida y que, según nos contaron ellos mismos, apenas llevaban un par de bolos… aunque también es cierto que DEAD BUFFALOS nacieron de las cenizas de VUCAQUE, una formación con un directo brutal que tuve la suerte de ver un par de veces, así que tampoco son precisamente unos novatos.

Tras la separación de estos, el guitarrista Ariel Ruiz y el batería Daniel Rodríguez montaron una nueva banda a la que se incorporaron Dani Bagnoli a la voz y Alan Andrés al bajo. El cuarteto ha aterrizado en un estilo que parece estar de moda últimamente, a mitad de camino entre el Blues eléctrico y el Rock Psicodélico, con alguna pincelada de Soul. Y es que los amantes de LED ZEPPELIN, HENDRIX, DEEP PURPLE y hasta JAMES BROWN estamos de enhorabuena gracias a este revival sesentero y setentero.

Los madrileños tenían la complicada labor de calentar la fría noche otoñal en una sala medio vacía, pero afortunadamente contaban con un grupo de seguidores fieles que, desde el primer acorde, les ayudaron con sus bailes desenfrenados. Destacaría principalmente el trabajo de Ariel Ruiz, con sus maravillosos solos de guitarra, bien fuera creando ambientes oníricos y casi psicotrópicos, bien con sus distorsiones más cañeras. Se nota su maestría y mucha pasión en la ejecución. También me llamó la atención la compenetración existente en la base rítmica, teniendo en cuenta el poco tiempo que llevan juntos. Sonó contundente y con mucho Groove, como debe ser.

En cuanto al cantante, Dani Bagnoli, me pareció que tenía una voz muy bonita, pero en ocasiones lo vi algo perdido en el diminuto escenario, supongo que por falta de tablas. Aun así, fue de menos a más y se marcó una magnífica versión del “It’s a man’s world”, de James Brown, sorprendiéndonos con la potencia de su preciosa voz rasgada, complemento perfecto a una desgarradora guitarra y a una poderosa batería. Cerró su actuación con un medio tiempo muy bluesy donde ya se entregó definitivamente y pudimos disfrutar de una pasión que debería mostrar más a menudo y sin vergüenza alguna.

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