Mono Jojoy, ¡ que hombre aquél!
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Es tiempo de berrea. Tiempo de machos, machitos y machotes en una época en la que luchar por la hembra no sólo está mal visto sino que se considera delito. Hoy, los que se tienen a sí mismos por machos alfa, confundidos por los elogios y baboseos del “insensato” periodismo, piden votaciones sin trus ni mus para que un vulgo numeroso siga aplaudiendo su guapura y su vulgar conocimiento. Luego resulta que el vulgo no es tan numeroso, pero a ellos les da lo mismo. Ellos son los buenos y si la mayoría no quiere lo que quieren los buenos, la mayoría es “cobarde, miserable, tonta y sobre todo ignorante y fascista...”. ¡Qué tiempos éstos, oiga!
Esta manía de las votaciones no sé cómo demonios se ha propagado por el mundo, pero resulta que en las últimas puestas en escena “la gente” no vota conforme propone el director que monta el teatro dicen que democrático. Tal que los ingleses antier, que no quieren pagar burócratas, truhanes ni vividores; los españoles de hoy que prefieren la corrupción del PP a la del PSOE y los podemitas; los colombianos de Colombia que no quieren rendirse a quien les digan los “eruditos” de Europa.
El tema éste de los colombianos es curioso o a mí me lo parece. ¿Usted conoce muchos colombianos? ¿Ha hablado con ellos? Los colombianos llaman “eruditos” a los ¿prestigiosos? negociadores y aulladores que han recorrido las televisiones -dinerales en propaganda- del país para convencer al pueblo que vote “sí a la paz”, pero los colombianos “echan a faltar” la presencia en las pantallas de los grupos salvajes con los ojos encendidos y sin venir a cuento que asaltaban pueblos que celebraban inocentes festivales asesinando criaturas “de a montón” acusadas de “chivatiarse” a los soldados del gobierno. Los colombianos saben que gran parte de su país es como si no fuera Colombia. Si usted quiere adentrarse en la selva debe pagar varios cánones en varias fronteras -suelen hacerlo europeos y americanos con negocios florecientes- y si quiere ejercer de campesino en sus propias tierras, las FARC le dirán cómo, qué y cuándo cultivar. En escondidos lugares de la selva hay naves repletas de bolsas llenas de dinero que pertenecen a “Don Pablo”, “Don Mario” y “Don quien sea” a los que los campesinos piden plasmas y bucofaríngeos, por lo que romper el “equilibrio” agricultor sólo puede conseguirse con una relajación de costumbres que puede parecer “valiente” a los eruditos europeos, pero no a colombianos con dignidad y con jóvenes familiares en los cementerios.
“...en Colombia hay mucho pelao, patrón -dice el sicario que cumple pena en Alcalá Meco- por eso lo mejor es arreglarnos y que Colombia vote sí a la paz”. El sicario viene a Europa, monta una “oficina” y cobra deudas. Para que quede claro a quién debe, el sicario suele vestir con una corbata a la víctima después de muerta, “elegante y respetuosa” práctica funeraria que los “Don” no van a enterrar por mucha paz que recomienden los eruditos de Europa.
¿Qué va a ser del mundo, dicen que se preguntan en las cadenas cuatro, cinco y seis, si los ingleses se van de Europa, España no vota a Pablo Iglesias y Colombia no quiere paz? ¡Ah, los eruditos...!