Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Gana Obama la indulgencia plenaria de América y todavía no hemos visto llorar de alegría a Pitbull, el rapero cubano de “Culo”, que lo había apoyado.
O sea, que Obama gana, pero no emociona, como Mou, sólo que Mou lo hace con todos los medios en contra, y Obama, con todos los medios a favor, porque Obama es el Brian de nuestro tiempo, que es un tiempo irresponsable, cursi, adolescente y bobo, preludio de aquella vida solitaria, pobre, brutal y breve que nos prometió el lobo de Hobbes.
–En cinco años tendremos un dinosaurio vivo –anuncia Jack Horner.
El dinosaurio de Horner es una metáfora de la ruina de Obama que sólo servirá para confirmar la hipótesis de Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Como el déficit o ese Guantánamo que Obama, en vez de cerrarlo, ha convertido en un “afther hours”.
–¿Y qué va a hacer el hombre? Seguramente su reglamento no le deja otro camino –justifica la prensa, como justificaba en una discusión de bar el cabo de la Guardia Civil a Guzmán el Bueno.
El Barça, que empieza a ser un dinosaurio muerto, pierde en Glasgow (también tiene guasa la cosa, ir a perder a la Escocia del referéndum) y Rod Stewart, al que Efe despacha como “el intérprete de ‘Baby Jane’”, llora perlas periformes por la victoria del Celtic, lágrimas que nada tienen que ver con las lágrimas de viuda que vierte la prensa del Régimen, censurando la bronca de Villa y Messi y dejando la justificación de la derrota en manos de Xavi, que es Príncipe de Asturias y que, al faltarle un Essien a quien culpar, dijo:
–El Celtic ha ganado sin querer jugar “a fupbol”.
Y Messi, que ha sido papá, como Paquirrín, y por eso se chupa el dedo, confirmó: “Hicimos todo muy bien, menos meterla”.