Mourinho en la vuelta de campeones al Bernabéu
Pedro Ampudia
This is the end, cantaba Jim Morrison en la canción que Coppola usaría después en Apocalipse Now para acompañar musical y metafóricamente la devastación de aquel pequeño reino que el Coronel Kurtz había instaurado en la selva de Camboya. El napalm iluminando la noche en un rito de purificación y renacimiento y la voz agónica de Morrison anunciando el final como si las llamas que se elevaban hacia el cielo negro no fueran suficiente alegoría. Como el Madrid de Mourinho, devastando con cien bombas, cien, el reino del Pep, que era un Kurtz iluminado por los focos de la progresía para que no se vieran los claroscuros del personaje. Guardiola en su despacho del Nou Camp repitiendo "el horror, el horror" mientras revisaba videos del fútbol vertical y sincero del Madrid.
Ha sido Mourinho el coronel Kilgore queriendo hacer surf en cada playa de la liga mientras a su alrededor caían las bombas del pseudomadridismo y de la izquierda divina y silbaban las balas que tenían su corazón como destino. Kilgore dirigiendo el ataque despiadado de ese Noveno de Caballería que aplastaba poblados enemigos al son de esa nueva Cabalgata de las Walkirias que es el galope criminal de Cristiano y los suyos.
Ha sido la liga de los cien puntos y el record de goles, pero ha sido mucho más que eso. La liga del dedo de Mourinho señalándonos el camino; la liga de los mourinhistas de pega que subían y bajaban del caballo como un Buffalo Bill de espectáculo circense; la liga de Salmonetes..., la Taberna de Mou, la Barra Brava, Grupo Salvaje y la filosofía navajera; la liga del señorío que se pudría en las alacenas del periodismo pesebrero porque casi no quedaba nadie dispuesto a tragarse ese veneno; la liga de la Puta Banda radicalizando el mourinhismo hasta convertirlo en khedirismo y en su faceta terrorista en coentraoismo; la liga del Cristiano imperial y putoamista explicándole al Nou Camp quién decide ahora el destino de este juego, la liga de las ligas, el cantar de los cantares, la patada en el culo gordo de los que pacen en los barbechos intelectuales de los asadores capitalinos. Nuestra liga. Dísfrutadla, amics.
Ha sido Mourinho el coronel Kilgore queriendo hacer surf en cada playa de la liga mientras a su alrededor caían las bombas del pseudomadridismo y de la izquierda divina y silbaban las balas que tenían su corazón como destino. Kilgore dirigiendo el ataque despiadado de ese Noveno de Caballería que aplastaba poblados enemigos al son de esa nueva Cabalgata de las Walkirias que es el galope criminal de Cristiano y los suyos.
Ha sido la liga de los cien puntos y el record de goles, pero ha sido mucho más que eso. La liga del dedo de Mourinho señalándonos el camino; la liga de los mourinhistas de pega que subían y bajaban del caballo como un Buffalo Bill de espectáculo circense; la liga de Salmonetes..., la Taberna de Mou, la Barra Brava, Grupo Salvaje y la filosofía navajera; la liga del señorío que se pudría en las alacenas del periodismo pesebrero porque casi no quedaba nadie dispuesto a tragarse ese veneno; la liga de la Puta Banda radicalizando el mourinhismo hasta convertirlo en khedirismo y en su faceta terrorista en coentraoismo; la liga del Cristiano imperial y putoamista explicándole al Nou Camp quién decide ahora el destino de este juego, la liga de las ligas, el cantar de los cantares, la patada en el culo gordo de los que pacen en los barbechos intelectuales de los asadores capitalinos. Nuestra liga. Dísfrutadla, amics.
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