¡No, no! La sentencia primero, luego el veredicto
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Del pensamiento Alicia descrito por Gustavo Bueno a la justicia Carroll descrita por Cabrera Infante, puesto que de Cuba nos viene el galgo comunista que quiere a todos los jueces conejos.
Con la reforma legal de ese ministro de Justicia (en España legisla el gobierno) que se parece a Arévalo, no es la separación de poderes lo que peligra, como denuncian a meñique levantado los círculos de Montesquieu en Embassy. A un español, Miranda, debemos la mejor expresión de la idea de Montesquieu:
–Dos condiciones son esenciales para la independencia absoluta de los poderes. La primera, que la fuente de que emanan sea una; la segunda, que ejerzan todos, unos sobre otros, una vigilancia recíproca. El pueblo no será soberano si uno de los poderes constituidos que lo representan no emanase inmediatamente de él; y no habría independencia si uno de ellos fuese el creador del otro.
Nada de eso, pues, van a enterrar aquí Arévalo y su jefe, ese tipo con pelvis y a lo loco, Sánchez, el primer enterrador y clown supremo.
–La incapacidad de gobernarnos está en los que quieren regir pueblos originales con leyes de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos: con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro de un llanero –avisó Martí.
Y con Martí nos plantamos en la Cuba de Cabrera, donde “la posición de toda persona inteligente y honesta es el exilio interior con sólo tres opciones”: el oportunismo y la demagogia en forma de actos de contrición política, la cárcel o el exilio verdadero.
–¡No, no! La sentencia primero, luego el veredicto –dijo la Reina. Y en eso se resume la justicia carrolina que nos imponen los “populistas”, como llaman a los comunistas los acojonadillos “hípsters” del Consenso.
Bujarin, recuerda Cabrera, era filósofo y en los Procesos de Moscú, “con plena libertad”, confesó “haber envenenado todo el trigo de Ucrania”. Ejecutado en el 38, rehabilitado en el 88. Justicia carrolina.
Ya verán a Marlaska, como lea a Lewis Carroll.