Un particular adquiere la ermita de Villaverde Mogina, que había sufrido décadas de abandono, la desamortización del siglo XIX, su paso por las manos de varios propietarios y una seria amenaza de ruina. El comprador es un arquitecto que ahora trabaja en Arabia Saudí y que prefiere preservar su identidad. El nuevo dueño no tiene relación con el pueblo, explica su alcalde, Álvaro Díez, pero se ha encaprichado de la ermita «para pasar allí su tiempo libre y pensando en el día que se jubile».