Si todo hubiera seguido como debía según el macabro plan que esta panda de miserables incapaces de hacer la "o" con un vaso de sidra tenían preparado para el Madrid, a la temporada de Pellegrini le habría seguido la de Wegner o cualquier otro membrillo con una grave tendencia a la masturbación, a tocarla y no meterla. Ahora llevaríamos tres o cuatro entrenadores que habrían vegetado en un club continuamente zarandeado por la prensa, la afición confundida por el machaqueo mensaje de "hay que jugar bien" (sea lo que sea eso) y una puerta giratoria en la entrada de los vestuarios para que fueran pasando los técnicos a un banquillo controlado por jugadores con mando en plaza, auténticos percebes dentro y fuera del terreno de juego pero muy apreciados por la prensa gracias a su habilidad para cantar y contar todo lo sucedido y por suceder. El Madrid del siglo XXI ya no sería la Far$a del siglo XX, sino el Atlético de cualquier época. Quizá algo más, un Benfica o un Milan que ganara alguna Liga de higos a brevas. El equivalente al Partido Campesino en la dictadura comunista polaca durante la Guerra Fría.
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