sábado, 16 de marzo de 2013

...de los delitos y las penas

No todos los Cristos tienen la misma sangre

A Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia (o así)


Francisco Javier Gómez Izquierdo

 Creo que no va a ser la primera vez que señale en Salmonetes... una de las más terribles ignorancias que el español en general y el Estado de Derecho en particular tiene escondida en un desván ante el que los responsables del edificio pasan apresurados con la nariz tapada y los ojos al bies. Hablamos del cumplimiento de las penas.

       Entre la pena que dicta un tribunal y el tiempo en prisión que cumple un condenado sería oportuno que el Reglamento penitenciario ensalzara la Justicia.... pero un día llegó un ministro progresista que anuló una norma que era igual para todos los presos -dos días trabajados, uno de redención- y entre otros artículos de menor importancia se coló el más injusto principio que pudiera ingeniar gente de leyes: los beneficios penitenciarios se concederán a criterio de los Equipos de Tratamiento de los centros penitenciarios. 

Semejante insensatez significa que un psicólogo, ¡perdón por el olvido,... ó psicóloga!, decide los permisos y terceros grados de un “interno”, y así un interno en Valdemoro sale en tercer grado quedándole seis años de condena, y se le deniega el primer permiso a un interno de Córdoba al que le quedan seis meses.

     -¡Será porque al que le quedan seis meses es muy malo!
     
No hay “será” que valga. Al que le quedan seis meses tiene una condena de año y medio por insultar y empujar con una mano a su señora en la obra. La señora se presentó en el “curro” a montar un follón por culpa de unos cuernos reconocidos y el asunto se zanjó con una denuncia interpuesta por la agraviada en compañía de una asesoría exclusivamente mujeril, experta en llevar el gato al agua ante jueces atemorizados por el que dirán. A un multiatracador cocainómano condenado a seis años que comparte celda y tareas con el “machista violento” le dan el tercer grado -vida en semilibertad- al año de estar preso. El atracador tiene su gracia, lleva el café y los pasteles del economato y barre y friega la sala de Juntas mientras charla y cuenta chistes relajadamente a la jurista, la psicóloga y a la trabajadora social.
        
Un señor que lleva cinco años repitiendo que ni ha pegado, ni ha insultado a su mujer va a salir a la calle en libertad, sin disfrutar ni un permiso... ¡a pulso!, que se dice, el día de Viernes Santo del presente.
    Un Equipo de Tratamiento que haga causa común en lo tocante a la violencia de género es mucho más que diez jueces. El sistema penitenciario es muy fuerte con los débiles, porque ha dejado a los internos en manos de unos profesionales que todos hemos visto cómo se comportaban de adolescentes. Los pocos presos con estudios tienen sus abogados que rebuscan en la legislación para alcanzar sus beneficios a falta de criterios verdaderamente objetivos... y luego están los etarras, a los que no hay manera de someterlos a terapia, para poder decir ante el Juez de Vigilancia: “....Gorka no ha superado la terapia del maltrato de género y por tanto estimamos que no está preparado par acceder a la sociedad....”  Si con los etarras valiera lo que vale con el resto de los penados, ya puede decir Bruselas lo que quiera decir: “ ...No ha asistido la terapia reeducadora...”

Mientras, los carceleros que conocieron la redención regulada por ley asisten desmoralizados a la insensata promoción de individuos (e individuas) que aprovechándose del miedo y la ignorancia de los tiempos dan y quitan años de cárcel, conforme la simpatía del reo.

La sociedad estas cosas no las sabe o no quiere saberlas, porque a aquel De Juana que no le daba el tercer grado un Equipo de Tratamiento que sabía de leyes el señor Rubalcaba lo trasladó de cárcel para que lo estudiara un equipo de jóvenes expertos en Psicología... y por supuesto dieron a De Juana el tercer grado... y a Bolinaga... bueno, Bolinaga al parecer sigue en terapia.