Borja Sémper
Pepero pipero
Pedro Ampudia
En Bilbao, a 150 kilómetros de Pamplona, donde jugaría horas después el Real Madrid su partido contra Osasuna, se celebró una manifestación multitudinaria a favor de los presos de ETA a la que, al parecer, asistió la mamá de ese Carlos Bardem que había definido esa misma mañana como “fachamonguers” a un conjunto de usuarios de Twitter que incluía a mourinhistas y liberales. Días antes aparecía en la revista digital Jotdown una entrevista con Borja Sémper, presidente del PP de Guipúzkoa, en la que mostraba que el carácter del pipero acostumbra a ir más allá de lo estrictamente futbolístico. Dice Sémper sobre Mourinho: “Quería controlar el Madrid no sólo deportivamente y su personalidad es antagónica a la del Madrid”. Sobre Cristiano Ronaldo: “Hay actitudes que no me gustan. Cristiano es un líder, pero no me gusta que no celebre el gol de un compañero. Un tío que se cae y se queja por sistema. Yo no quiero eso para el Madrid. A mí me preocupa que los niños quieran ser Messi y no Ronaldo”. Sobre el Real Madrid: “Mi Real Madrid es el de Casillas, el de Raúl y, si me apuras, hasta el de Butragueño”. Todo esto aderezado con unas gotas de añoranza por las formas y el verbo de Jorge Valdano. Sémper afirma que entró en el PP deslumbrado por la figura de Gregorio Ordóñez. “Hablaba y la gente le entendía, lejos del discurso manido de los políticos. Esa valentía y esa honestidad me deslumbraron. Dos años después de afiliarme lo asesinaron. El más tonto del pueblo, Valentín Lasarte, asesinó al más brillante, Gregorio Ordóñez. Una metáfora de la vida y, desde luego, de la política en Euskadi”. A Sémper ese discurso contundente de Ordoñez frente a ETA ya no le sirve hoy pues “el futuro en Euskadi se tiene que construir también con Bildu”. Del mismo modo, el fichaje de Mourinho, vino bien en “un momento de depresión generalizado. Llega Mourinho, aquí estoy yo, a pecho descubierto”, pero en este momento resulta contraproducente para la imagen del Real Madrid. Es evidente que no se trata de comparar las circunstancias, a Ordóñez lo asesinaron con balas reales y contra Mourinho se usan sólo las dialécticas, aunque en ambos casos procedan de los más tontos del pueblo, pero resulta significativa esa coincidencia en la conciencia del pipero de San Sebastián. Es lo que Jon Juaristi llama “mentalidad resistencial” que consiste en la necesidad de contar con la aprobación de los nacionalistas, en el caso de los piperos del PP vasco, o de los antimadridistas en el caso de los piperos del Real Madrid. Y ambas en el caso de Borja Sémper.
“Y me pregunté:
¿Eres un resistente?
Y me respondí, como Troski cuando todavía iba a la sinagoga:
¡No lo quiera Adonai!!”
Sabemos por Plutarco que un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo, pero el Real Madrid llegó a Pamplona con un ejército de ciervos sin león al mando. Ausente Cristiano, quedó el Madrid reducido a grupo de descontrolados sin un objetivo claro. Cristiano es un “zan-ryū Nippon hei”, uno de esos soldados japoneses que no se rindieron jamás al enemigo por miedo al deshonor mientras el resto vaga por el césped como presos en el patio de un penal. La primera parte no resultó tan lamentable como la segunda, aunque estuviera alejada del canon de juego que los Harold Bloom de lo futbolístico se han encargado de convertir en único. Esto que pasa hoy día en el fútbol sucedió en los 80 en un deporte tan poco dado a las milongas como el rugby. El “rugby champagne” de aquella selección francesa de Serge Blanco y Philippe Sella fue durante años el tiquitaca futbolero de hoy, aunque afortunadamente sin componentes morales. Para suplir la adrenalina que Cristiano produce en el juego tuvo que recurrir Mourinho a tres jugadores, Higuaín, Di María y Callejón, buscando eso que los modernos llaman “desmarques de ruptura”. El de Brest todavía no ha llegado, el rosarino se fue y no volvió y Callejón es Callejón. Se sostuvo el equipo en el trabajo incansable e impecable de Khedira al que seguirán ninguneando para pedir a ese Javi García, que es español y canterano. El único mensaje positivo que podemos encontrar en ese truño es que en partidos como ése al Madrid le daban un baño no hace mucho tiempo atrás.
Lo que queda por dilucidar ahora es si este Madrid será capaz de mostrar otra cara en los partidos trascendentales de Copa y Champions que se avecinan. Resulta fundamental que Mourinho sea capaz de salir de ese estado de estupefacción en el que parecen haberle sumido el juego de su equipo y la campaña miserable emprendida contra su persona. Para esta guerra se hace necesario que además del león sobre el césped haya en león en el banco. Volvamos a Nietzsche: “La oposición contra el que se sale de la norma es lo peor que se puede hacer pues será éste el que guíe el desarrollo de la humanidad, el que tire del pelotón de la evolución, simplemente por el hecho de que no está cómodo en la situación normal es un indicativo de que es un ser superior, que busca un mejor lugar”. Donde el de Röcken dice “humanidad” pongan ustedes “Real Madrid”. Ecce homo.
“Y me pregunté:
¿Eres un resistente?
Y me respondí, como Troski cuando todavía iba a la sinagoga:
¡No lo quiera Adonai!!”
Sabemos por Plutarco que un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandado por un ciervo, pero el Real Madrid llegó a Pamplona con un ejército de ciervos sin león al mando. Ausente Cristiano, quedó el Madrid reducido a grupo de descontrolados sin un objetivo claro. Cristiano es un “zan-ryū Nippon hei”, uno de esos soldados japoneses que no se rindieron jamás al enemigo por miedo al deshonor mientras el resto vaga por el césped como presos en el patio de un penal. La primera parte no resultó tan lamentable como la segunda, aunque estuviera alejada del canon de juego que los Harold Bloom de lo futbolístico se han encargado de convertir en único. Esto que pasa hoy día en el fútbol sucedió en los 80 en un deporte tan poco dado a las milongas como el rugby. El “rugby champagne” de aquella selección francesa de Serge Blanco y Philippe Sella fue durante años el tiquitaca futbolero de hoy, aunque afortunadamente sin componentes morales. Para suplir la adrenalina que Cristiano produce en el juego tuvo que recurrir Mourinho a tres jugadores, Higuaín, Di María y Callejón, buscando eso que los modernos llaman “desmarques de ruptura”. El de Brest todavía no ha llegado, el rosarino se fue y no volvió y Callejón es Callejón. Se sostuvo el equipo en el trabajo incansable e impecable de Khedira al que seguirán ninguneando para pedir a ese Javi García, que es español y canterano. El único mensaje positivo que podemos encontrar en ese truño es que en partidos como ése al Madrid le daban un baño no hace mucho tiempo atrás.
Lo que queda por dilucidar ahora es si este Madrid será capaz de mostrar otra cara en los partidos trascendentales de Copa y Champions que se avecinan. Resulta fundamental que Mourinho sea capaz de salir de ese estado de estupefacción en el que parecen haberle sumido el juego de su equipo y la campaña miserable emprendida contra su persona. Para esta guerra se hace necesario que además del león sobre el césped haya en león en el banco. Volvamos a Nietzsche: “La oposición contra el que se sale de la norma es lo peor que se puede hacer pues será éste el que guíe el desarrollo de la humanidad, el que tire del pelotón de la evolución, simplemente por el hecho de que no está cómodo en la situación normal es un indicativo de que es un ser superior, que busca un mejor lugar”. Donde el de Röcken dice “humanidad” pongan ustedes “Real Madrid”. Ecce homo.