Pep encadenat
Pedro Ampudia
Esperanza Aguirre se ha echado un jefe de Barcelona que lo primero que dijo fue que Esperanza era más Guardiola que Mourinho, suponemos que para que no le apedrearan la sede de la empresa. Para desmentir al baranda, sin que se note mucho, ha declarado la expresidenta esta mañana que se va a cargar la cantera del PP de Madrid y que sólo van a poder optar a cargos públicos aquellos con experiencia en el ámbito privado. Sea como trabajadores, sea como empresarios. Quiere la sobrina nieta de Gil de Biedma políticos a lo Arbeloa, que aprendan a ganarse la vida fuera antes de regresar a casa a ocupar un puesto en el equipo. Deja Aguirre sin esperanza a los canteranos de la calle Génova mientras los canteranos de Baviera están de Oktoberfest en enero y Mario Gómez preguntando qué coño es un falso 9.
Se decidió Guardiola al fin por la más razonable de las ofertas que se le presentaban para ser coherente con su discurso y que le siga sentando bien el traje del emperador. Se hacía difícil pensar que acabaría el Pep en Londres o en Manchester teniendo el jeque y el ruso las manos manchadas de petróleo, que para algunas sensibilidades es como tenerlas manchadas de sangre. Además ese fútbol paciente que abandera Guardiola podría no ser del agrado de los aficionados en un país en el que las gradas rugen cuando se consigue un saque de esquina pero no consta que lo hayan hecho nunca cuando se cede el balón al portero. Ni siquiera en ese Arsenal desnaturalizado por Arsene Wenger. El Pep al Bayern dispuesto a ser un nuevo Maximiliano I vestido de Toni Miró. Descartados los petroleros le quedaban dos opciones al de Sampedor, el Celtic de Glasgow para asistir en persona a ese ensayo del referéndum catalán que va a ser el referéndum escocés, y el Bayern de Múnich para sentir el pálpito de lo federal por si recula Durán i Lleida y hay que tirar por la vía de Pere Navarro, que quiere federalismo asimétrico haciendo poética y política de un oxímoron que entienden sólo en Canadá. Teniendo Guardiola un paladar muy fino, educado en Can Adría, no se veía desayunando whisky caliente y haggis y ha preferido la cerveza y las weißwursts, que son como butifarras blancas que no hace falta colgar de un palo. Es Cataluña una Baviera mediterránea y latina con un Pujol que no quiso ser Stoiber porque andaba demasiado ocupado engendrando millonarios, aunque CiU es un CSU con barretina que se ha echado al monte de la independencia para que no se le vean las vergüenzas y los depósitos. Nos cuesta imaginar que no haya intentado el Pep sentar a su lado en el banco a Lothar Matthäus y garantizar reportajes que muestren la ignominia del Real Madrid, del pisotón de Juanito al dedo en el ojo de Tito. Ya nos avisó Manuel Jabois de que Guardiola siempre vuelve y de vuelta está. Corren sus viudas a matricularse en el Goethe-Institut, abandonadas como Sissi Emperatriz, mientras el Pep recita el poema Epitafio del bávaro Bertold Brecht.
Se decidió Guardiola al fin por la más razonable de las ofertas que se le presentaban para ser coherente con su discurso y que le siga sentando bien el traje del emperador. Se hacía difícil pensar que acabaría el Pep en Londres o en Manchester teniendo el jeque y el ruso las manos manchadas de petróleo, que para algunas sensibilidades es como tenerlas manchadas de sangre. Además ese fútbol paciente que abandera Guardiola podría no ser del agrado de los aficionados en un país en el que las gradas rugen cuando se consigue un saque de esquina pero no consta que lo hayan hecho nunca cuando se cede el balón al portero. Ni siquiera en ese Arsenal desnaturalizado por Arsene Wenger. El Pep al Bayern dispuesto a ser un nuevo Maximiliano I vestido de Toni Miró. Descartados los petroleros le quedaban dos opciones al de Sampedor, el Celtic de Glasgow para asistir en persona a ese ensayo del referéndum catalán que va a ser el referéndum escocés, y el Bayern de Múnich para sentir el pálpito de lo federal por si recula Durán i Lleida y hay que tirar por la vía de Pere Navarro, que quiere federalismo asimétrico haciendo poética y política de un oxímoron que entienden sólo en Canadá. Teniendo Guardiola un paladar muy fino, educado en Can Adría, no se veía desayunando whisky caliente y haggis y ha preferido la cerveza y las weißwursts, que son como butifarras blancas que no hace falta colgar de un palo. Es Cataluña una Baviera mediterránea y latina con un Pujol que no quiso ser Stoiber porque andaba demasiado ocupado engendrando millonarios, aunque CiU es un CSU con barretina que se ha echado al monte de la independencia para que no se le vean las vergüenzas y los depósitos. Nos cuesta imaginar que no haya intentado el Pep sentar a su lado en el banco a Lothar Matthäus y garantizar reportajes que muestren la ignominia del Real Madrid, del pisotón de Juanito al dedo en el ojo de Tito. Ya nos avisó Manuel Jabois de que Guardiola siempre vuelve y de vuelta está. Corren sus viudas a matricularse en el Goethe-Institut, abandonadas como Sissi Emperatriz, mientras el Pep recita el poema Epitafio del bávaro Bertold Brecht.
...mientras el Pep recita el poema Epitafio del bávaro Bertold Brecht