jueves, 3 de octubre de 2019

Buebos

San Amaro

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Dicho como se dice en la España oficial, “Estado de Derecho” es una tautología de loros que ponen “buebos” de repente.

    –Pongo buebos de repente –rezaba un cartel en la taberna “Biencomes” de Elorrio, la favorita de Indalecio Prieto, que llamaba “Ko-ko-ro-ko” al tabernero.

    El Constitucional de Manuel García Pelayo puso el “buebo” de la expropiación de la abeja de Rumasa y el Supremo de Requero ha puesto el “buebo” de la expropiación del muerto de Franco, Entierro de la Sardina del Consenso, Goya y Berlanga al aparato, ¡tremendismo de Estado, vamos!, otra joya de la España Negra, pero sin la pluma de Gutiérrez Solana, claro, cual mezcla de Carmen Calvo, que haría de Gutiérrez, y Pérez de Armiñán, que haría de Solana, y cuya fuente de Derecho sería ese Sano Sentir del Pueblo que ha descubierto que Franco, como Max Stirner, es… único:
    
La extraordinaria singularidad de su figura lo convierte, efectivamente, en un caso único –dice el Supremo de Franco con prosa garantizada por el Estado.
   
 García Pelayo conocía el Estado de Partidos (lo explicó en un libro confuso, pero agotado), y Requero, no, pues justifica toda la movida del muerto con que, de vivo, “se caracterizó por negar la separación de poderes”, cosa que hoy, salvo en Francia (y poco), ocurre en toda Europa, incluida Inglaterra, que no es democracia representativa, como repiten nuestros campanudos analistas de Estado, sino parlamentarismo de gabinete.

    “Unidad de poder y coordinación de funciones”, definía con mano izquierda Franco lo suyo.

    –¡Pero éste es el fascismo de la mano izquierda! –exclamó el hermano de Foxá, Jaime, ante la portada de una revista francesa con De Gaulle, al poco de su golpe en París, saludando a las masas en el “Forum” de Argel con blanda mano izquierda.

    En el hueco de Franco pueden meter a Montesquieu, el muerto que Guerra “mató” por separar los poderes, aunque en realidad lo que hizo el barón fue confundir “Government” y Estado. Como todo el mundo, si no quieres que te exhumen.