El carné de Pepín Cabrales
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Esos poetas sin lectores que son los nacionalistas catalanes han convocado a una “siesta por la independencia” el día 12 de octubre, aniversario de la llegada de Colón a América, a la isla “Guanahani” o San Salvador, en1492.
–Al sofá, sense desplaçaments, o al llit (pack pijama més orinal estelats).
Del águila y el nopal de la independencia mexicana al pijama y el orinal (“estelats”, como los huevos de Lucio) de la independencia catalana.
¿Cómo hemos llegado a esto?
Pues… degenerando, que diría Belmonte.
Estos nacionalistas no quieren verse mezclados en el descubrimiento de América, riesgo que ciertamente no corren, y para patalear contra España recurren a la costumbre más española, la siesta, única aspiración, hoy, de todos los egoístas de España.
Poetas sin lectores… y sin lecturas, que no han caído en la cuenta de que "siesta" es la palabra antinacionalista por antonomasia, pues todo el tabarrón del nacionalismo arranca del “despertar” nacional (“Deutschland, erwache!”): Cataluña estaba ahí, pero dormida, víctima de un adormecimiento alentado por sus enemigos, cosa que sólo la sabe don Ignasi Buqueras y Bach, que ha consagrado su elocuente vida a dejarnos sin siesta.
Ya veo al Junqueras, que siempre pone cara de recién levantado, despertarse de la siesta independentista como se despertaba Barrilaro, el de El Puerto, de su siesta taurina (“rápido, camarero, que empieza la corrida, póngame un bol doble de café con leche, una rebaná con aceite, dos curasanes abiertos con mantequilla…”), y diciéndole a Mariano, el de Pontevedra, lo que Barrilaro a Pepín Cabrales:
–Mira, Mariano, siempre que me despierto, yo desayuno.
Al final, cuando los forasteros que nos visitan vean la barba de estos tíos con incrustaciones de pan con tomate, ceniza de puro y baba de siesta comprenderán que España sea el único país del mundo donde el único “minijob” productivo es tirar piedras contra el propio tejado.