Steve Franken, el camarero bolinga de El Guateque
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Fue un gremio simpático, gracias al impagable Steve Franken, el camarero bolinga de “El guateque”.
También fue un gremio importante, cuando teníamos para salir de copas o a cenar.
Ahora uno sabe de los camareros por lo que lee en el blog de Ansaldi (“El mejor camarero del mundo”), que enseña al profesional cómo enfrentar un salón lleno de comensales desesperados:
–Como un torero lo hace ante un gran toro. Con dignidad y poesía.
Sostiene Ansaldi que la Serpiente fue el primer camarero: “Podría haber sido el primer frutero, pero no. La elegancia de la Serpiente para seducir a la mujer es característica del camarero.” Y dicta el decálogo del buen camarero, que resumo: 1. No camina: se desliza. 2. Te mira a los ojos. 3. Conoce al dedillo cada plato. 4. Nunca pierde la calma. 5. Es un actor que actúa para hacer sentir bien a los demás. 6. Ceremonioso en el salón, intransigente en la cocina. 7. Vendedor de buenos momentos. 8. Escuchador formidable. 9. Encuentra su razón de ser en equipo. 10. Es invisible.
Un camarero es hoy el héroe de España.
Se llama Casillas.
Francia tuvo a madame a Manon Roland, demócrata porque en Palacio la recibían en el cuarto de los criados, y España tiene a Casillas, multado, al parecer, por la policía, después de haber votado al PP.
–Esta policía es peor que la de Franco –dijo Casillas.
Y el selecto mundo de la cultura que pastorea Jordi González con el “glamour” de un Desmoulins lo elevó a Héroe de la Nación.
–Yo no quiero ser estrella –refunfuña Casillas–. Estrella es… el pueblo.
Chesterton diría que hemos pasado del mistagogo (hombre que no tiene nada que decir, pero lo dice con un susurro indistinguible) al demagogo (hombre que tiene poco que decir y lo dice muy alto).