LO DE OJEDA
La temporada pasada, poco menos que de limosna, la empresa de Madrid le dio una corrida de toros veraniega, un 25 de julio, uno de esos festejos para desesperados. Los auténticos aficionados, los que van a los toros en Madrid fuera de San Isidro, se quedaron de una pieza: el olvidado se atornilló en la arena con estilo dramático, consecuencia de un valor espartano. Nada de corrida de lujo, de mimos ni cuidados. Hasta un mes después no sería repetido en Las Ventas. En el aire, la incógnita. ¿Sería casualidad? Otra vez la afición madrileña, ¡atención “isidros”!, ¡atención aficionados de feria!, se vuelca con Ojeda. Impresiona. Se gana un huequecito en la de la Vendimia de Jerez. Otro alboroto. Éste trasciende en el Sur: Madrid le vuelve a dar cancha por tercera vez en la feria de otoño. Ya con cierta vitola de torero interesante. Los pitones de la astifina corrida de Cuadri bordean su anatomía. No está cuajado, pero atesora el secreto de las figuras importantes, que arrebata, que llega al público: la personalidad. Nuevo contrato para la feria de San Miguel de Sevilla. Y en seguida, tras el nuevo triunfo, seis toros para él solito en la Maestranza. El torero descubierto por Madrid, por ¡Madrid!, se mete en el bolsillo a la afición de la cuna del toro, que siempre tiene abiertos los ojos del sentimiento.
HA RETORNADO EL OXÍGENO DE L FIESTA: ¡LA PASIÓN!, 1983 / VICENTE ZABALA PORTOLÉS
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano