jueves, 5 de abril de 2012

Mingote

Necrológica de Dalí, por Mingote
Ignacio Ruiz Quintano

Abril, que era el mes de los grandes escritores (hablo de Cervantes y Shakespeare), empieza a ser el que lo deja a uno sin sus lectores grandes: Guillermo Luca de Tena, que una vez me presentó al Cavia con un artículo de chocolate con soconusco, o Mingote, que un día me dedicó una viñeta de la mala vida en Madrid. Que eso, viniendo de estos hombres, era humildad: el lavatorio de los pies en el Jueves Santo del santo periodismo.

Echó agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos...

Mingote fue un madrileño de Sitges.

Anda por la Red una entrevista soberbia de Soler Serrano con Pla, que fuma picadura, guiña los ojillos y con precisión maliciosa, pero deliciosa, va clavando con alfileres las cosas.

El catalán es muy envidioso –suelta Pla–. Y muy copista. Lo copia todo.

Mingote careció de la pasión democrática de la envidia, mas tuvo el don excelso para copiarlo todo: de Velázquez a Ivà. Fue, pues, un medio catalán que, haciendo la mili de la bohemia (con Azcona) en el Café Varela, tuvo para una plaza de guarda en el Retiro y establecerse de madrileño entero.

Sorprende que una “apostolesa”de la iguldad como el ama de Rubalcaba, ante la igualdad suprema de la muerte (hoy, Mingote), subraye sus diferencias ideológicas (?). Ya decía Pemán que con medio Evangelio pueden construirse todas las locuras. Ponía el ejemplo de una parroquia de Madrid donde los milicianos del Frente Popular exhibían un Cristo con un letrero: “Eres de los nuestros”. Y el de una iglesia saqueada, con un Cristo en la Cruz, intacto, con este rótulo: “Perdonado por inocente”.

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