miércoles, 18 de enero de 2012

Garzón y el coro de querulantes

Justicia garzonita

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Llego a casa con tiempo de ver el Español-Mirandés y a ese héroe alopécico llamado Pablo Infante, empeñado en repartir justicia entre los pobres a base de casta y goles, y me encuentro con mi vecino el carcelero.

-Los progres más recalcitrantes, a las órdenes de Pilar Bardem y el Llamazares, se creen que han acompañado al Gólgota al Justo entre los Justos.

Mi vecino el carcelero se ve que se ha educado entre curas.

-Mire usted, vecino... Las leyes suelen ser muy liosas y de ello se aprovechan los abogados ante los jueces, pero a veces aparecen leyes muy fáciles de entender y que no admiten interpretación. La Ley Orgánica General Penitenciaria tiene 33 años de edad. Como Jesucristo. En Derecho Penal hay auténticos genios capaces de exprimir los artículos en favor de los intereses de sus clientes... pero en Derecho Penitenciario se cuentan con una mano los verdaderos expertos. Los funcionarios de prisiones estamos familiarizados con esta rama del Derecho y a veces nos quedamos “alobados” ante la ignorancia de determinados abogados. En los más de 30 años de la LOGP no se ha perpetrado nunca el disparate del juez Garzón. Bueno... si alguna vez se ha hecho, que no lo creo, ni se ha enterado el abogado... ni tampoco el preso. A los terroristas sí que se les graba porque así lo dice expresamente la Ley, el famoso art. 52.1. Antes del encuentro se comunica tanto al terrorista como a su abogado que su conversación va a ser grabada. Es más, a mí, me dice mi director que intervenga la comunicación de, pongamos, el Roca marbellí y su letrado y esté usted seguro que me niego, pues puedo incurrir en delito... porque sencillamente me aprendí la Ley cuando oposité. Me sorprende que el Director que custodiaba a los presuntos delincuentes gurtelianos no pusiera reparos ante el requerimiento del Juez y hasta llega a asustarme el ejercicio de poder del famoso magistrado, más propio de esas dictaduras que presume combatir que de un Estado de Derecho. Y encima, una cuadrilla que retrata su ignorancia ante el mundo, grita que es una vergüenza para el país... que los jueces defiendan las leyes. Amigo mío, eso se llama querulancia: a interpretar la ley en provecho propio.

Veo en el telediario de la Cuatro ahora mismo cómo Garzón confunde intervenir el teléfono del abogado del mafioso o la llamada del letrado al delincuente con un locutorio carcelario.

-El locutorio es como un confesionario. Es sagrado. Más que sacrosanto. Y hurgar en él es un delito.

También veo a los progres de injusta fama haciendo alarde de ignorancia, vomitando necedades y pidiendo una Justicia sin garantías procesales... Parecen dispuestos a formar un Comité de Salud Pública y ya sabemos todos que fascista es el otro.

A la espera de jueces justos, me dispongo a jalear al Mirandés.

Júligans garzonitas